Tres mil millones de latidos.
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Tres mil millones de latidos.
despues de tanto tiempo aqui les dejo este fanick que me encanto y que quiero que opinen que les parece
no es mio es de mi mejor amigo espero que les guste.
no es mio es de mi mejor amigo espero que les guste.
- Spoiler:
- Tres mil millones de latidos.
Disclaimer: Card Captor Sakura no me pertenece, todos sus personajes le corresponden a Clamp yo sólo los uno a mis locas ideas.
Summary: Sakura jamás ha logrado entender por qué el ceño de Syaoran Li esta así de fruncido cada vez que la mira… esperen, sólo la ha mirado fijamente dos veces en todos los años que llevan siendo compañeros… y pareciera que quiere asesinarla con la mirada, ¿Qué puede ser peor? Que terminen como compañeros de asiento, ¿qué tan malo es sentarse junto al gruñón y maldito Li?
CAPITULO Nº 1
POV SAKURA
La primera vez que vi a Syaoran Li fue en cuarto grado, aún recuerdo cuando en medio de la clase del profesor Terada se abrió la puerta y entró aquel niño de pelo castaño y ojos de casi el mismo color, en ese tiempo tenia 10 años y los niños de mi edad me parecían repulsivos y asquerosos, ya saben a lo que me refiero, rodillas manchadas con barro, peleas a golpes sin ninguna razón, verlos limpiarse los mocos con la manga ¡Iug! Los niños eran asquerosos y punto, y Li pasaba a formar parte de ese grupo poco interesante de trogloditas con los que tenía que compartir clase.
También recuerdo su mirada fija en mi mientras se encontraba frente a la clase haciendo su presentación, su ceño fruncido hizo que indudablemente me sintiera del tamaño de una cucaracha ¿Por qué el niño nuevo me miraba con cara de querer asesinarme? Sin embargo ese fue el único acercamiento con el chico llegado de Hong Kong, porque de Syaoran Li no supe nada más desde entonces.
Compartíamos la misma clase pero los años hicieron que nunca tuviésemos la necesidad de intercambiar palabras, Li pronto se hizo una fama de líder en su grupito de simios, y de chico odioso y hasta cruel con las niñas, no era ningún secreto que había tirado las trenzas de Chiharu la vez que ella por casualidad le botó su estuche, en resumen, no me interesaba perder algunos de mis cabellos por ponerme en el camino de ese niño gruñón y tonto.
Y pasaron los años, Chiharu dejó de usar trenzas, Tomoyo dejó de tratar de enfundarme sus estrafalarios trajes confeccionados por ella, y llegó un punto en que dejé de encontrar a los niños como individuos tan asquerosos y repulsivos… debo decir a mi favor que no era la única, mi mejor amiga Tomoyo hacía siglos que parecía embobada por Eriol Hiragizawa, claro que era su gran secreto, sólo yo lo sabía, así que básicamente tenía que soportar las tardes completas en que mi mejor amiga imaginaba como sería el día en que Hiragizawa le declararía su amor, había que recalcar que a causa de ese encantamiento de Tomoyo me veía en la obligación de acompañarla a ver los entrenamientos del equipo de baloncesto sólo para observarlo, y fue entonces cuando también volvió a aparecer en mi radar Syaoran Li, quien era algo así como el mejor amigo de Hiragizawa, además de estar en el equipo al igual que él.
Se ceño seguía igual de fruncido, en serio, estaba segura que envejecería más rápido sólo por tener esos músculos contraídos en una línea dándole un aspecto bastante amenazante, sabía que muchas chicas en la preparatoria Tomoeda suspiraban por él, pero también sabía que hasta el momento ninguna había logrado su cometido con Li, los rumores decían que estaba comprometido desde muy pequeño y por ello rechazaba a cuanta chica apareciese a menearle las pestañas – y quizás algo más- con tal de invitarlo a salir a algún lado.
¿Y qué hay de mi? Pues que a mis dieciséis años era lo más cercana a una monja puritana que pudieran conocer, aún no daba mi primer beso y no es como si estuviese apresurada a darlo, lo cierto es que mi físico y aspecto de niña no me eran demasiado favorecedores, sin ningún dejo de rencor aceptaba que al lado de Tomoyo yo era una simple chicuela insignificante, y es que mi mejor amiga tenía un físico envidiable, cabello sedosísimo y unos ojos que sabía tenían a varios tras ella; mi mejor amiga me eclipsaba, pero yo estaba bien con ello, de todas formas aún los niños seguían pareciéndome algo repulsivos, a excepción de Yukito, el cual era un caso aparte.
Aquel día entré al aula junto a Tomoyo y con apenas un vistazo a mi alrededor supe que algo andaba mal, todos se reunían en torno a un papel pegado en mitad del pizarrón.
- ¿Qué habrá pasado?- preguntó Tomoyo mientras tomaba mi mano y me empujaba hacia el sector donde todos estaban reunidos.
- Me ha tocado junto a Yamazaki- oí que alguien pronunciaba a mis espaldas. Me alcé y alcancé a visualizar una lista, al parecer habían vuelto a redistribuir la posición de los bancos, arrugué el ceño inmediatamente, era seguro que Tomoyo y yo ya no estaríamos juntas.
Pulsé con mi índice hasta ver mi nombre "Kinomoto, Sakura", abrí los ojos desmesuradamente al ver que junto a eso el nombre de "Li, Syaoran" acompañaba. Me alejé de la lista y comencé a caminar hasta mi nuevo puesto, me sentí extrañamente nerviosa al ver a mi compañero ya sentado, por segundos nuestras miradas se encontraron, su ceño fruncido junto a su mirada asesina volvieron a recordarme su llegada en cuarto grado.
Tragué saliva en grueso y pasé a sentarme en mi puesto tratando de ignorar el hecho que mi cabeza gritaba un "huye ahora que hay tiempo", dejé mis cuadernos sobre la superficie de la mesa y me limité a esperar que la clase diera inicio, a mi lado Li se mantenía totalmente serio mirando al frente, ignorándome completamente. Miré a mi alrededor, todos parecían interactuar con sus nuevos compañeros de banco, tratando de familiarizarse con quien sería probablemente la persona con la que constantemente compartirían el día, debo decir que esa perspectiva no me alentó en lo más mínimo, algo dentro de mi decía que Li era capaz de ahorcarme con sus propias manos si me atrevía a dirigirle la palabra, por suerte yo no usaba trenzas ni el pelo largo, al menos no corría el riesgo que me las tirara.
Y así comenzó un tedioso lunes, con la peor clase del mundo: Trignonometría. ¿Quién había sido el aburrido que había comenzado a experimentar con números? Si tuviese una maquina del tiempo retrocedería para hacer que decididamente ese sujeto se dedicase a criar ovejas y no a complicar la vida con enredadas formulas. Apoyé mi brazo en la mesa sosteniendo la cabeza con mi mano, mirando de manera ausente al pizarrón.
- Kinomoto.
¿Era un sueño o algo así? ¿Syaoran Li me estaba dirigiendo la palabra? volteé la cabeza en dirección a él aún en la misma posición.
- ¿Sí?
- Estas ocupando mi parte de la mesa con tu desastrosa manera de sentarte…
Sentí el sonrojo llegar a mis mejillas en menos de tres segundos, en parte avergonzada y enojada. ¿Eso era todo lo podía salir de la boca de él? ¿Palabras odiosas?
- Lo siento…- dije mientras me incorporaba en mi asiento aún con las mejillas rojas.
Esa fue toda la interacción que tuve con mi compañero de asiento aquel día…
Y todo el resto de la semana.
- Quizás es muy tímido con las chicas, Sakura,- comentó Tomoyo mientras salíamos de la escuela en dirección a mi casa- Rika dice que con los del equipo se lleva muy bien, sabes que el novio de Rika juega baloncesto al igual que Li.
- ¿Tímido? ¿Tímido dices?- pregunté alzando los brazos estirándome mientras continuábamos caminando- más bien amargado, las únicas dos veces que lo he mirado directamente tiene ese ceño fruncido como si quisiese asesinarme, no quiero ni imaginarme cuando me toque hace algún trabajo en pares por ser compañeros de asiento…
Tomoyo sólo sonrió mientras yo rodaba los ojos, mi amiga tenía la tendencia a creer que todos tenían un lado bueno, incluso él, yo lo dudaba. Por suerte el fin de semana pasó con tantos eventos agradables que Li quedó completamente olvidado en mi cabeza hasta el lunes siguiente.
Acostumbrada a no saludarlo me senté en mi puesto y como siempre el silencio nos rodeó a ambos, siempre me ha incomodado eso, ¿saben? soy de las personas que le gusta hablar, y bastante, pero supongo que tenía que resignarme a tener a Li de compañero de banco, quizás hasta ayudaría tener a una momia al lado, así lograría prestar atención a álgebra.
La mañana pasaba lenta y tediosa, en el tercer bloque teníamos la hora para dedicarnos a hacer los letreros para el próximo festival que realizaríamos en la escuela, a nuestro grado nos tocó la tarea de la decoración, por lo que nos habíamos dividido en grupos para hacer las distintas tareas. Llevábamos media hora pintando un enorme lienzo con el nombre del festival sobre él, como era malísima en todo lo que fuera dibujo mi tarea era pintar las letras, para mi mala suerte que también esa tarea era de Li, para variar tenía el ceño fruncido mientras pintaba con una agilidad que me hacía sentir una niña de primaria; me había llevado casi diez minutos pintar la primera letra sin salirme de los márgenes.
Para cuando terminamos de pintar aún faltaban diez minutos para que finalizara la clase, me desperecé y fui a sentar a mi banco, lo cierto es que el olor a pintura y la incómoda posición al pintar me habían cansado, apoyé los codos sobre la mesa sujetando con mis manos mis mejillas.
Li se encontraba a mi lado leyendo un extraño libro, lo miré de reojo tratando de descubrir de qué trataba pero me fue imposible.
- Kinomoto…
Fue inevitable pegar un salto al volver a escuchar su voz dirigida a mi. ¿Había dicho que tenía una voz bastante… interesante? Era ronca, pero no brusca, marcada pero no violenta, un tono de voz con el que simplemente sabía podía escuchar por horas, claro que sabía eso jamás ocurriría, Syaoran Li no hablaba con nadie, bueno, sólo con sus amigos, pero yo no estaba incluida en ese círculo y no pensaba estarlo tampoco.
Ignoré el hecho que pronunciase mi apellido como si le significara un tremendo esfuerzo y me alcé para verlo mejor.
- ¿Si?
Sentí su dedo indicar mi rostro y lo miré algo asustada.
- Tienes pintura en las mejillas y tus manos acaban de manchar la mesa que ocupamos.
Volví a sonrojarme por sus palabras. ¿Es qué siempre se dirigiría a mi para recalcar lo increíblemente idiota que puedo llegar a ser? Miré mis manos y la pintura negra aun estaba fresca ¿cómo no había podido darme cuenta?
- Lo siento- fue todo lo que pude pronunciar, le vi alzar una ceja y mirarme de manera desagradable.
- ¿Eso es todo lo que sabes decir?
Abrí mi boca en señal de asombro. ¿Esta conversación continuaba? ¿Qué no se suponía que terminaba con mi última frase? Si fue posible sentí mis mejillas enrojecer aún más, pero esta vez por enfado.
- No- respondí seca.
- "Lo siento", y "no"- replicó con una sutil ironía en sus palabras- me va quedando claro que la tercera y última palabra en tu jugosa lista es un "sí".
Entrecerré los ojos y por instantes deseé manchar de negro todo el rostro de Syaoran Li, era un grosero y un mal educado. Él seguía mirándome fijamente y volví a recordar que sus ojos eran de un tono café algo claro, traté de sostenerle la mirada pero me la estaba poniendo difícil, ahora era mi ceño el que estaba fruncido.
- ¿Qué miras?- preguntó.
Abrí y cerré la boca sintiéndome insultada, por suerte en ese instante el timbre sonó y no perdí más tiempo, tomé mis cosas y me marché del aula lo más pronto posible, me sentía completamente furiosa y avergonzada, sin dudas Li era un pesado, comprobaba con justa razón que todos los rumores en torno a él eran ciertos, Syaoran Li era el ser más antipático del universo.
Re: Tres mil millones de latidos.
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naruto cc- Mago - Fye
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Re: Tres mil millones de latidos.
Tres mil millones de latidos. Capitulo nº 2
- Spoiler:
- CAPITULO Nº 2
POV SAKURA
No volvimos a hablarnos nuevamente, y con "hablar" me refiero a la interacción de que él abriese su bocota para fastidiarme con algo y yo replicara monosílabos; no hubo nada de palabras ni miradas… bueno, miradas sí, no podía evitar mirarlo de reojo de vez en cuando, era un poco infantil pero quería comprobar si realmente todo el tiempo tenía ese ceño arrugado, satisfecha me percaté que su gesto se relajaba en clases de Algebra y Trigonometría, Li parecía disfrutar de aquellas clases, irónico ¿No? Justamente en las dos asignaturas que más problemas me traían él parecía tener una leve sonrisita durante las dos horas de clases, lo cual también me ofuscaba un poco.
Y pasaron las semanas que se convirtieron en meses, les extrañará saber que mi relación con mi compañero de banco seguía igual de nula, y ya estábamos en Diciembre y lo único que sabía de Syaoran Li es que ciertamente me odiaba, o si no era odio algo muy parecido lo que pasaba por su cabeza, era cosa de ver como me miraba cada vez que nuestros ojos se encontraban por casualidad, lo cierto es si en un principio sus miradas me asustaban e incomodaban un poco, luego aprendí a lidiar con ellas, incluso me esmeraba por no ocupar ni medio centímetro de la parte de la mesa de Li para evitarnos posteriores encuentros desagradables.
Sin embargo mi tranquilo vaso de leche no podía estar así por demasiado tiempo, justamente dos semanas antes del receso navideño nos asignaron un proyecto por pares en el que debíamos trabajar con nuestro compañero de banco, debo decir que sentí horror, porque al contrario de Tomoyo –quien seguía pensando que en el fondo Li era "bueno- yo sólo podía ver el tirano ceñudo que era. ¿Cómo lograría sobrevivir al proyecto de dos meses que implicaba el trabajo de Literatura?, y peor… ¿Cómo me reuniría a trabajar con Li? Estaba segura que si lo invitaba a casa Touya era capaz de enterrarlo vivo en el jardín, pero… ¿ir a casa de los Li? La que iba a ser enterrada viva ahí seguramente sería yo. ¿Cuánto tardaría Li en hacer desaparecer mi cadáver?
Vi su mano hacer un puño al momento en que el maestro daba las indicaciones del trabajo que debíamos realizar, no había que ser demasiado observadora para saber que a él le gustaba tan poco la idea como a mi de trabajar juntos, resoplé abatida y me apoyé en el banco.
- Kinomoto…
Ahí vamos de nuevo.
Era la tercera vez que me hablaba en todo el año. Me reincorporé a sentarme derecha y lo miré con cara de pocos amigos.
- ¿Estaba ocupando tu lado de la mesa? ¡Oh! Lo siento- dije algo irónica- olvido que tengo lepra y puedo contagiártela.
Sentí que su mirada por poco me partía en dos de lo intensa que estaba siendo, al instante me arrepentí de haber sido tan audaz – o boba- como para tratarlo así, y al parecer había hablado lo suficientemente alto como para que varios a nuestro alrededor nos miraran. Cinco segundos de silencio – los conté- mientras él alzaba una ceja y me observaba detenidamente.
¿Por qué siempre que estoy con él pierdo los estribos?
- Iba a preguntarte cuándo y dónde nos reuniremos,- replicó - por si no has prestado atención las revisiones serán semana a semana y no me apetece sacar un cero- añadió.
- Oh…- enrojecí, de la pura vergüenza, en serio ¿qué tenía Syaoran Li que cada vez que estaba con él me hacía quedar en ridículo? – Pues… uhm…- dudé, sabía que Li no me quitaba la vista de encima- podría ser en…
- Juntémonos en mi casa este viernes después de la escuela, ¿te parece?
- ¿Tú… casa?- pregunté algo dudosa.- Bien.
No volvimos a hablar nuevamente, de alguna forma rogaba por coger un resfriado, o quebrarme una pierna para no tener que asistir a la casa de Li aquel día, pero mis defensas parecían demasiado buenas y ya que había dejado el equipo de las porristas parecía poco probable el lograr quebrarme alguna extremidad haciendo deporte, mi desesperación era tal que incluso sopesé la posibilidad de dimitir y sacarme un cero en el proyecto, ¿Qué tan malo sería? Sin embargo la posibilidad fue descartada en cuanto Tomoyo me recordó que ese trabajo valía el 30 % de la asignatura, no podía permitirme reprobar.
Cuando sonó el timbre aquel viernes no pude evitar sobresaltarme, a mi lado Li guardaba las cosas en su bolso y parecía de lo más tranquilo, aunque su ceño seguía fruncido.
- Syaoran, iremos a casa de Ryu, ¿vas con nosotros? – preguntó Eriol mientras palmeaba la espalda del aludido, los miré de reojo, atenta a la respuesta de Syaoran.
- No puedo-replicó éste.
- ¿Y eso?- volvió a preguntar su amigo mientras se situaba frente al banco observando como aún Li guardaba sus cosas.
- Tengo que juntarme con… Kinomoto a hacer el trabajo de Literatura.
- Oh…- sentí la mirada de Hiragizawa sobre mi y me atreví a alzar la vista, no me gustó para nada lo que vi, sus ojos me veían con diversión y cierto gesto… ¿compasivo? no supe descifrarlo.- Entonces nos vemos mañana, recuerda que prometiste acompañarme a…
- Sí, lo recuerdo- le interrumpió Li, no pasó desapercibido que no quería que yo oyera a dónde irían esos dos, me acomodé la mochila al hombro y miré hacia otro lado demostrando que me importaba nada el saber que harían ellos con su fin de semana.
Salí de la sala acompañada de Tomoyo, podía sentir las voces de Li y Hiragizawa tras nosotras, mi amiga no paraba de mandarme miraditas nerviosas y ansiosas las cuales yo respondía con un levantamiento de cejas y negaciones silenciosas. Al llegar a la puerta del instituto fue el momento de separarnos, Tomoyo se despidió de mi antes de alejarse, lo mismo hicieron el par de amigos, noté que Hiragizawa se marchaba por el mismo lugar que había desaparecido mi mejor amiga.
- Sígueme.- pegué un leve brinco antes de ver alejarse la espalda de Li, apuré el paso para tratar de alcanzarlo, ¿es que siempre era así de parco?
Como era de esperarse el camino fue en completo silencio, él parecía tan reacio a dirigirme la palabra como lo mostraba en clases, en un intento de entretenerme durante el trayecto comencé a observar detenidamente el paisaje a mi alrededor, casas muy bonitas se encontraban por el vecindario, jardines con lindas cercas y fachadas muy decoradas con el tema navideño.
Todo pasó demasiado rápido, un momento estaba observando detenidamente un hermoso pino y al siguiente sentía como mis cabellos se arremolinaban y una mano tiraba de mi brazo empujándome hacia su cuerpo.
Abrí los ojos de la impresión a tiempo de darme cuenta que un enorme camión acababa de pasar frente a mis narices y que Syaoran Li me sostenía aún la mano reteniéndome contra su pecho, en la cuneta.
- ¿Eres tonta o qué Kinomoto?- preguntó mirándome severamente, enrojecí, y no sólo porque me diese cuenta que había estado a dos pasos de estamparme contra un camión en movimiento, si no porque aún podía sentir como los dedos de Li sujetaban los míos y como su rostro ceñudo me reprochaba cosas en una cercanía que no había tenido antes.
Él pareció darse cuenta que aún me sujetaba y me soltó bruscamente volviendo a retomar el paso.
- Gracias…- susurré bajito, aunque él no mostró señas de haberme oído.
Continuamos caminando-esta vez yo completamente atenta al camino- hasta detenernos en una casa especialmente grandiosa, abrí los ojos de la pura impresión al ver que Li entraba y hacía el gesto de hacerme pasar a mi, cruzamos el jardín rumbo a la casa que por cierto por el tamaño más bien era una… bueno, una casa inmensa. ¿Entonces Li si que era rico? En el instituto se decía que la familia de Li era muy adinerada pero hasta entonces no había podido comprobar la veracidad de aquello. Apenas entramos un señor de edad nos estaba esperando.
- Buenas tardes, señor- saludó.
- Buenas tardes, Wey- respondió Syaoran antes de voltearse hacia mi.- Ella es una compañera de la clase, haremos un trabajo juntos…
- Buenas tardes, señorita.
- Buenas… tardes- respondí.
¿Li tenía un mayordomo? ¡Woa! Tenía que comentarle más tarde a Tomoyo. Li continuó caminando y lo seguí hasta que se detuvo en lo que parecía ser una sala de estar, un amplio sillón frente a una televisión plasma, un escritorio, un computador, un equipo de música y un enorme librero con muchos volúmenes de lo que a simple vista parecían enciclopedias.
- Aquí estaremos cómodos- comentó mientras lanzaba su bolso sobre el enorme escritorio.- ¿Quieres algo de beber?
Me sorprendió que se mostrase más abierto a hablarme, quizás había deducido que no podríamos trabajar si no interactuábamos, asentí algo torpemente a su ofrecimiento antes de verlo marcharse; volvió a los pocos minutos con las manos vacías y un gesto realmente ofuscado en el rostro, al minuto después quien parecía ser su mayordomo entraba con una bandeja con dos jugos y una porción de galletas.
- Si necesita algo, sólo llámeme señor.
- Gracias, Wey.
Esperé que él tomase de su vaso antes de hacerlo yo, de pronto me parecía que Syaoran Li era uno de esos miembros de familias importantes de nobleza y yo sólo una chica despistada y con instintos suicidas al lanzarme sobre camiones en movimiento. Miré a mi alrededor, para ser una casa tan grande se sentía realmente callada, ¿Qué no tenía más familia? ¿Y sus padres y hermanas? Estaba segura que cierta vez había oído decir que Li tenía varias hermanas. Me percaté que era tan hermético en su forma de ser que a pesar de ser compañeros desde cuarto grado no sabía nada de él.
Comenzamos a trabajar pronto, Li parecía un poco más conversador aunque se regía única y exclusivamente a cruzar palabras en relación a la tarea que estábamos haciendo, nada de charla extra. Me percaté que era muy listo, aplicado y perfeccionista, en realidad eso lo intuía un poco de antes, pero ver la prolijidad con que mostraba al hacer este trabajo lo comprobé. Luego de dos horas de intensa labor me permití descansar un momento, me recosté un poco sobre el escritorio, sosteniendo mi rostro con la palma de mis manos.
- ¿Es costumbre tuya desparramarte sobre cualquier mesa, Kinomoto?
- Sólo cuando estoy cansada- repliqué aún cuando sentía mis mejillas un poco rojas.
- Entonces siempre vives cansada- replicó él mientras me miraba fijamente.
- ¿Por qué te molesta tanto cómo me siente?- pregunté arrugando el ceño y aprovechando el inesperado momento de valentía que tuve.
Le vi adoptar una pose algo pensativa antes de abrir la boca.
- No me molesta, supongo que mi madre siempre ha recalcado la manera correcta de sentarse y pareciera que tú haces todo lo contrario…- replicó alzando una ceja.
- ¿Y dónde esta tu madre ahora? – pregunté continuando con el arrebato de estúpida valentía.
- En Hong Kong… vive allá con mis hermanas.
No espere su respuesta, realmente no la esperé, no la vi venir porque ni en mis más remotos sueños Li iba a responder una pregunta mía que involucrara algo de su vida personal, pero ahí estaba, sorprendiéndome y dejándome con la boca literalmente abierta, tanto por el contenido como por el hecho que me hubiese respondido. Abrí y cerré la boca como un pez, mientras Li continuaba anotando cosas en su cuaderno totalmente ajeno a mi reacción. ¿Y su padre? No pasó por alto que no mencionó a su padre, ¿vivía con él en Tomoeda o qué? Pero entonces vino a mi un recuerdo de 6 grado, cuando suspendieron a Li por una semana en la escuela por haber golpeado a un chico por haber ofendido a su padre.
Su padre esta muerto…
No supe si sentirme triste o avergonzada por estar inmiscuyéndome en asuntos que no me incumbían, pero aún las palabras de Li retumbaban un poco en mi cabeza, ¿es que acaso vivía solo en Tomoeda? La sola posibilidad de verme viviendo sin nadie más que un mayordomo no se me hacía demasiado placentera, ¿con quien desayunaba por las mañanas? ¿con quién charlaba antes de dormirse? ¿con quien…
- Kinomoto… no espero que te quedes a dormir en mi casa para terminar tu trabajo.
Volví a enrojecer, cada palabra que salía de la boca de Li me hacía sentir más pequeña e insignificante. De pronto todo sentimiento de consideración hacia él se borró de inmediato, Li era un pesado y odioso niñato.
- No es necesario que seas tan pesado ¿sabes? Me basta con saber de por si que te es una tortura trabajar conmigo, no necesito muestras a cada minuto.- exclamé volviendo a leer la lista de ítemes a desarrollar.
El silencio volvió a posarse entre nosotros por varios minutos.
- No es una tortura trabajar contigo, Kinomoto.- pronunció de pronto.
¿Era una especie de broma? Alcé la vista y sus ojos estaban fijos en mi, y su ceño estaba igual que siempre cuando me miraba; había que recalcar que todas sus palabras perdían credibilidad sólo con ver como me miraba.
- Es bueno saberlo…- no pude evitar el sutil tono de ironía.
Los minutos se convirtieron en otra hora más, que sólo fue interrumpida por una gentil voz.
- Disculpe joven Li, ¿la señorita cenará con usted o comerá solo?
Fingí demorarme más de lo debido escribiendo una palabra para tener la excusa de no levantar la vista y así no verme en la obligación de responder, lo cierto es que llevaba cerca de 3 horas junto a Syaoran Li y aún estaba con vida, pero no quería tentar mi suerte, sin embargo… ¿cenar solo? ¿había algo peor que comer solo? Seguramente no, pero por ningún motivo podía quedarme, había dicho a mi padre que volvería temprano y Touya era capaz de venir a buscarme si tardaba más de lo debido.
Cuando me percaté que el silencio de la sala se debía a que ambos hombres esperaban mi respuesta, me mordí el labio algo nerviosa, no quería sonar demasiado descortés.
- Oh… yo, bueno… debo regresar pronto a casa y ya es tarde…
Li asintió y miró al mayordomo como demostrándole lo que quería escuchar, el anciano señor asintió antes de desaparecer por la puerta.
- ¿Cenarás solo?- no pude evitar preguntar.
- Kinomoto, que seas mi compañera en Literatura no quiere decir que nos hagamos brazaletes de la amistad y nos contemos nuestros problemas- replicó de manera hosca.
Apreté los labios en un intento de no responderle algo grosero como realmente quería hacerlo, así que hice lo segundo más sensato que podía hacer: marcharme. Tomé mis cosas y entre excusas sin sentido di por terminado mi trabajo por aquel día, Li me acompañó hasta la puerta, fue un milagro que no me patease para echarme luego.
Me volteé a verlo unos segundos.
- Bien… nos vemos el lunes- dije a modo de despedida.
- Supongo… - fue toda su respuesta.
Salí de su casa y no volví a saber de Syaoran Li hasta el lunes siguiente, a eso yo le llamo suerte.
Re: Tres mil millones de latidos.
Tres mil millones de latidos. Capitulo nº 3
- Spoiler:
- CAPITULO Nº 3
La semana en la escuela había sido un caos, sobre todo porque sería ese viernes el segundo festival del año y todos parecían sentirse ya en fiesta desde el lunes, cada clase se esmeraba por cumplir con sus propias labores asignadas y los números a presentar ese día eran varios por lo que la mayoría se quedaba en la escuela hasta bastante después de haber terminado la jornada de clases, entre ensayos y preparaciones últimas.
Lo bueno de todo ese alboroto es que incluso Li parecía haber olvidado que esa semana también debíamos juntarnos, por lo que ya era un glorioso jueves y no habíamos vuelto a cruzar palabras más que para el día de la revisión de la primera parte del trabajo de Literatura, en el cual por cierto obtuvimos la nota máxima. Todo indicaba que esa semana me vería libre de él y pasaría gloriosas dos semanas de vacaciones de navidad sin preocuparme por nada.
Que ingenua.
El día del festival llegó y con ello el ambiente festivo invadió el instituto, arreglos navideños por todos lados, amigos que se entregaban regalos adelantados por navidad, y por supuesto Tomoyo con su cámara grabándome a cada segundo.
- ¡Sakura te ves preciosa! Pareces realmente un hada del bosque con ese atuendo.
Sólo pude rodar los ojos, no sabía cómo había terminado en el puesto de galletas de navidad, vestida con uno de los trajes que Tomoyo había hecho especialmente para mi, un vestido verde muérdago, corto, con forma de campana desde la cintura hasta la mitad del muslo y ajustado arriba, decoraba todo el cintillo hecho con hojas de muérdago y flores blancas y unas medias verde oscuras, por suerte acompañaba ese corto vestido con unas botas o probablemente moriría de hipotermia, aún cuando todo se desarrollaba al interior del gimnasio.
Tratando de huir de la insistente cámara que sostenía mi mejor amiga traté de escabullirme, para mi mala suerte chocando precisamente con Li, quien sujetó mis brazos de manera rápida evitando además que terminase en el piso por la fuerza del impacto.
- Lo siento, Li.- me disculpé mientras él me soltaba de su inesperado agarre.
- Vaya fuerza, Kinomoto, tal vez deberías probar en el equipo de rugby.
Enrojecí, de rabia y vergüenza. Que a una chica le digan eso no es nada alentador, déjenme decirles.
- Se me da mejor el atletismo- comenté entrecerrando los ojos.
- Lo se- replicó.
Traté de buscar un atisbo de ironía pero no lo encontré. Li era realmente un ser extraño.
- Bien, ¿irás a mi casa a trabajar? tenemos dos semanas de receso pero no creas que por eso debemos dejar el trabajo de lado, Kinomoto.
Arrugué el ceño y traté de no estampar el ceñudo rostro de Syaoran Li contra el piso. ¿Qué en serio pensaba arruinar mi receso navideño?
- ¿Pasarás las fiestas en Tomoeda?
Le vi alzar una ceja.
- ¿No irás a Hong Kong a pasarlo con tu fam…
Instantáneamente me arrepentí de haber lanzado aquella pregunta, y es que la mirada gélida que me dio en ese instante me hizo desear hacer un hoyo en el piso y enterrarme en él. ¿por qué siempre tenía que irme de boca?
- ¿Sabías que con el ceño tan fruncido siempre envejecerás más rápido?
Ok. Segundo comentario estúpido del día. Parecía que Li quería asesinarme con la mirada en aquellos instantes, sin embargo de un segundo a otro dejó de fruncir el ceño, no pude más que mirarlo asombrada. ¿Y eso?
- ¿Siempre dices lo primero que se te viene a la mente, Kinomoto?
- Por lo general sí- respondí mientras jugaba con mis manos evitando mirarlo.
Hubo más segundos de silencio.
- ¿Irás a mi casa?
- ¿Por qué no vienes a la mía?
No supe en qué momento mi boca había decidido actuar por cuenta propia, pero lo cierto es que mi cerebro aún asimilaba aquello cuando las palabras habían salido solas. Él pareció meditar unos segundos.
- Vale… ¿Cuándo?
- ¿El próximo martes?
El jueves siguiente era navidad, por lo que no interferiría con los planes familiares el juntarme a hacer un trabajo con un compañero. Luego de fijar la hora y la dirección Li hizo el amague de alejarse, sin embargo me observó unos momentos.
- El traje lo ha hecho Daidouji ¿no?- preguntó.
Me asombró que supiera eso, asentí con la cabeza, le vi hacer una mueca que no supe interpretar, parecía que iba a añadir algo más, sin embargo grande fue la decepción al verlo alejarse sin decir nada. Me quedé unos segundos observándolo mientras se alejaba, hasta que la presencia de Tomoyo y el lente de su cámara por poco me hacen infartar del susto.
- Al parecer Li y tú comienzan a llevarse muy bien, ¿no es así Sakurita?- comentó mientras le veía enfocar hacia donde aún se podía ver la espalda del aludido; el "sí", salió de manera involuntaria de mis labios, tardé unos segundos en reaccionar.
- ¡Tomoyo! ¿qué haces? – dije mientras tomaba la cámara alejándola de su anterior objetivo.
- Sólo lo grababa a él…
- ¿Grabaste lo que dije?- enrojecí inmediatamente- ¡Borra eso!
La risa de Tomoyo se escuchó por todo el gimnasio, estoy segura.
Continuó el festival, mi amiga se veía especialmente animada por grabar todos los números que se presentaron y por filmar cada puestito instalado, donde se ofrecían desde galletas –donde yo había vuelto a ocupar mi puesto- hasta fotografías en polaroid con un bonito fondo navideño, la idea había sido de los del club de fotografía, por unos pocos pesos te llevabas a casa una foto muy mona, como era de esperarse Tomoyo insistió en tomarnos una foto juntas, ¿he dicho lo poco fotogénica que soy?
Acababa de volver al puesto de las galletas cuando vimos a Yuka hecha un mar de lágrimas mientras sostenía algo de color azul entre sus manos, nos acercamos a ella mientras los sollozos no la dejaban ni articular palabra.
- ¿Yuka? ¿Qué ocurre?- preguntó Tomoyo con su dulce voz, como siempre mi mejor amiga era buenísima en eso de ayudar con los problemas ajenos, tenía algo de lo que yo al parecer cería: tacto.
La interpelada continuaba sollozando sin poder decir nada coherente. Luego de un par de minutos en que lo único que pudimos hacer fue abrazarla y tratar de calmarla, descubrí que lo que sostenía entre sus manos era una bufanda tejida de color azul oscuro.
- Yuka, no llores, por favor- suplicó Tomoyo abrazándola- ¿Nos dirá que ocurrió?
Ella volvió a hipar antes de poder pronunciar algo, y lo cierto es que me quedé de piedra al escuchar el nombre salir de su boca.
- Li…- dijo entre más hipidos.
Abrí los ojos de la impresión mientras Tomoyo me miraba igual de sorprendida.
- ¿Qué hay con él?
- Le… le… le h… había hecho esta bufanda como regalo de navidad… y… y… y la rechazó – volvió a sollozar aún más fuerte- dijo que no podía aceptarla…
Hice un mohín mientra Tomoyo estrechaba cariñosamente a Yuka para reconfortarla. ¿Hasta que punto llegaba la crueldad de Syaoran Li? ¿Qué tanto costaba aceptar el regalo de Yuka?
- ¿Dijo por qué?- me atreví a preguntar, volvieron a producirse hipidos aún más fuertes.
- P…porque no le interesaba recibir nada de… d…. de mi- respondió.
Arrugué el ceño y Tomoyo parecía igual de molesta que yo.
- No hagas caso, Yuka, Li es un pesado- replicó mi amiga, asintiendo yo con la cabeza encontrándole toda la razón.
- Exacto… Li no tiene idea lo que es un gesto tan noble como el regalo que tú le has hecho Yuka, no vale la pena que llores por alguien tan insignifican…
- Kinomoto…
Me quedé de piedra nuevamente, de pronto parecía demasiado irreal que justamente fuera su voz la que oí a mis espaldas en mitad de mi discurso "anti Li", vi cómo Tomoyo tomaba a Yuka y se alejaban antes de atreverme a voltear a verlo, él me miraba con el ceño aún más fruncido, estaba segura que había oído cada una de mis palabras. ¿Qué tanta mala suerte podía albergar una persona como yo en lo que respectaba a Syaoran Li?
- Disculpa por arruinar tu emotivo argumento- comentó irónico, tragué saliva en grueso, era más que obvio que había oído todo. Inmediatamente me sonrojé, sin embargo la mención de mis anterior palabras me hizo recordar el llanto de Yuka y me enfurecí, sí, lo hice.
- No deberías haber sido así de rudo con ella- espeté mirándolo fijamente.
- ¿Y desde cuando te concierne lo que haga yo?
- ¡Ella había hecho esa bufanda para ti!- repliqué ignorando su pregunta.
- ¿Y eso me hace tener la obligación de recibirlo? Kinomoto, si recibiera cada regalo que una chica de esta escuela me da no tendría espacio en mi dormitorio…
Soberbia, egolatría y desdén brotaban de ese desagradable chico frente a mi.
- ¡Eres un pesado! ¿sabías?- exploté sin importarme el que para esas alturas ya tuviésemos publico escuchando nuestra pequeña discusión.
- ¿A si? Y tú una niña exasperante- contra atacó.
- Pues que lástima por ti, Syaoran Li, porque tendrás que soportarme hasta que terminemos el trabajo de Literatura- añadí.
- Vaya a saber lo que habré hecho en mi vida anterior para soportar semejante tortura.
Entrecerré los ojos y lo miré furiosa.
- Pues créeme que trabajar con un ogro ceñudo e idiota no es un placer para mi tampoco.
- Escúchame, niña- dijo de pronto él acercándose a mi rostro de manera amenazante, aún así no me moví de mi sitio.
- ¡No me llames niña, niño!
- ¡Te llamo como se me de la gana!
- ¡Li, Kinomoto! ¿Qué significa este escándalo?
A la llamada de atención del maestro Nemoto ambos guardamos silencio, pero aún retándonos con la mirada, me hervía la sangre de puro coraje, tenía ganas de alzar las manos y apretarlas en torno al cuello de ese desagradable que tenía por compañero.
- ¿Quieren terminar su día en la oficina de dirección?- preguntó acercándose a ambos.
Ambos negamos con la cabeza.
- Pues entonces dejen el espectáculo, Kinomoto, a tu puesto- señaló el stand de galletas- Li, acompáñeme- añadió mientras comenzaba a caminar, el aludido me dio una última mirada asesina antes de marcharse siguiendo al maestro Nemoto.
Pasaron varios segundos en que no me moví, aún tenía los puños apretados y la mirada ceñuda.
- Vaya… quien diría que tú serías la que se atrevería a replicarle algo a Syaoran…- la voz de Eriol Hiragizaga me sacó de mi estado furiótico, volteé el rostro para ver su mirada divertida sobre mi antes de volver a mi puesto con las galletas, lo que menos necesitaba era continuar la discusión con el secuaz número uno de Li.
Vaya manera de terminar el día de festival.
Re: Tres mil millones de latidos.
Tres mil millones de latidos. Capitulo nº 4
- Spoiler:
- CAPITULO Nº 4
Y ya era martes y no podía creer la manera increíblemente rápida que pasaban los días, me comía la ansiedad y no podía dejar de dar vueltas en el primer piso, era martes y supuestamente Li vendría a casa a continuar con el trabajo de Literatura. ¿Vendría? Después de esa acalorada discusión dudaba que fuese a aparecer por mi casa, además ni siquiera le había dado tan bien las instrucciones, quizás ni siquiera conseguía ubicar mi casa, eso me mantenía con la esperanza que él no se presentase, la verdad es que no quería verle la cara, ¿cómo tendría que actuar con él luego de haberlo llamado ogro idiota?
- Si sigues así tendré que ponerte la correa y amarrarte a un poste, monstruo- la voz de Touya me sacó de mis pensamientos, lo miré arrugando el ceño.
- ¡No me llames así!
- ¿Así, cómo? ¿Monstruo?- preguntó con una mueca burlona.
Estaba por abalanzarme sobre él cuando el sonido del timbre me sobresaltó, ¿sería él? Pero antes de poder hacer algo por asegurarme, sentí los pasos y la voz de mi padre al abrir la puerta, demasiado tarde, porque en menos de veinte segundos la presencia de Syaoran Li invadía el salón de mi casa, vi a Touya cruzarse de brazos y mirar con cara de pocos amigos al recién llegado.
- Siéntete como en casa- comentó mi padre completamente ignorante de mi mirada de horror ante la escena y la postura de mi hermano que decía a todas luces que quería patear el trasero del chico que acababa de aparecer.
- Muchas gracias- respondió él con toda gentileza.
¿Li siendo gentil? ¿En qué universo vendría a ser eso? Luego que mi padre se marchó quedamos sólo los tres en la sala y el silencio incómodo se situó entre nosotros.
- ¿Y tú mocoso, quien eres? – preguntó Touya sin ningún tipo de gentileza.
Decidí adelantarme con la respuesta.
- Es un compañero de clase, Touya, tenemos un trabajo de Literatura que hacer…
Mi hermano lo miró con desconfianza antes de voltearse hacia mi.
- Bien… estaré cerca- comentó sin ningún dejo de ocultar lo poco que le agradaba el recién llegado, al pasar junto a él se detuvo unos segundos- estaré atento a lo que hagan, me llamas cualquier cosa, monstruo.
- ¡Touya!
Lo que faltaba, que mi hermano me avergonzara delante del petulante de Li. Una vez que estuvimos solos nos miramos fijamente.
- Has venido…-comenté aún algo incrédula.
- En eso habíamos quedado ¿no?- replicó acercándose a la mesa del comedor para dejar la carpeta y cuadernos que traía, su ceño estaba demasiado fruncido, supuse que la "bienvenida" de Touya no le había agradado ni un poco.
- Creí que pedirías cambio de compañero para trabajar…- añadí. Su mirada fija sobre mi me hizo estremecer un poco.
- Ya comenzamos a trabajar juntos, no perderé tiempo buscando otra pareja de trabajo.
Luego de ir a buscar mis cosas a la habitación volví al comedor para comenzar a trabajar, el ambiente se podía cortar con un dedo, Li no hablaba más que para indicar cosas precisas y si era posible se mantenía más parco y callado que nunca lo cual comenzaba a desesperarme. Pronto el olor de comida saliendo de la cocina llegó a mis fosas nasales desconcentrándome por completo, seguramente mi padre ya se encontraba terminando la cena. Cerré los ojos y aspiré el aroma tan agradable, cuando sentí una mirada muy potente sobre mi abrí los ojos y un par de orbes color marrones me miraban fijamente.
- Llevo hablándote hace minutos, Kinomoto… ¿Sufres de síndrome de falta de concentración?
- ¿Y a ti que te importa?- espeté.
- ¿Por qué tan agresiva?
- ¿Y tú por qué tan pesado?
- Porque me agrada.
- Se nota- repliqué mordaz.
- Pero contigo es más entretenido serlo…
Sus palabras me dejaron muda. ¿Qué quería decir con eso? ¿Qué aunque fuese siendo un completo… odioso, Li se entretenía conmigo? ¿Qué mierda estas pensando, Sakura?
- Disculpen…- la voz de mi padre eliminó cualquier posibilidad de réplica- ¿Te quedarás a cenar con nosotros?
Percibí la incomodidad de Li ante aquella pregunta, intuía que la réplica era un "no" rotundo, pero por alguna razón le costaba verbalizar su respuesta, sólo por joderlo y porque sabía lo incomodo que se sentiría decidí por una vez ser realmente vil con él.
- Por supuesto que se quedará- respondí con una sonrisa falsa- aún nos queda trabajo así que es mejor que cenemos antes de continuar…
Apenas mi padre se fue me percaté que por poco Li se lanzaba sobre mi, pero para asesinarme, claro está; su ceño fruncido y sus ojos castaños parecían querer calcinarme hasta hacerme desaparecer.
- ¿Por qué has dicho eso?
- ¿Qué no te apetecía comer algo? Supuse que sí- respondí haciéndome la desentendida.
- Sabes que no…
- ¿Y eso por qué? ¿Qué tanta prisa tienes por volverte a casa? De todas formas comer sol…
No alcancé a terminar la frase porque me percaté que estaba pasándome de la ralla, bajé el rostro algo avergonzada mientras me mordía el labio.
- Lo siento…
Por segundos no se oyó nada más que mi respiración en aquella sala, y no volvió a oírse ruido hasta que la voz de mi padre llamándonos a comer nos hizo levantarnos de la mesa en un incomodo silencio.
Fue la cena más bizarra de los últimos tiempos, con Touya lanzando comentarios filosos durante toda la comida, mi padre por completo desentendido de ello y haciendo preguntas corteses al invitado que sabía sólo lograban ponerlo más incómodo, por segundos hasta sentí pena por él y pensé que realmente había jugado sucio al obligarlo a cenar con nosotros, aunque luego recordé el rostro de Yuka bañado en lágrimas y me dije que se lo tenía merecido por ser tan vil.
- ¿Pasarás las fiestas con tu familia?- preguntó mi padre.
Para ese entonces ya sabía que la familia de Li era de Hong Kong. Sentí la incomodidad del aludido, y nuevamente la culpa me carcomió, se veía realmente reacio a responder esa pregunta.
- No… me quedo en Tomoeda…- respondió finalmente.
- ¿Solo?
A veces mi padre era tan tremendamente ingenuo como yo, con eso de hacer preguntas fuera de lugar, incluso Touya había dejado de mirarlo como si quisiese asesinarlo luego que esa pregunta quedó en el aire.
- Sí… pero….
Apuré a mi mente para obligarla a comentar algo para desviar el tema, pero entonces ocurrió lo más insólito que podía ocurrir en una la de por si bizarra cena.
- ¿No te gustaría cenar ese día con nosotros? Sería un honor tenerte en casa para esa noche, nunca es bueno pasar la noche buena sin compañía…
Supe que Li declinaría la invitación por la manera en que su pose se volvió rígida y sus ojos vacilaron unos instantes sobre mi antes de volver a mirar a mi padre, me sorprendí un poco de lo bien que estaba comenzando a conocerlo en lo que llevábamos trabajando juntos.
- No se preocupe señor, con mi respuesta no pretendía hacerlo sentir cul…
- No es una molestia- replicó mi padre volteando a observarme a mi- los amigos de Sakura son bienvenidos en este hogar…
Ok, quizás mi padre no había captado el pequeño gran detalle que Li y yo no éramos amigos, de hecho estábamos demasiado lejos de serlo.
- Realmente no pretendo incomodarlos con mi presencia, señor.
Li parecía ocupar todos sus recursos para declinar, mientras yo aún me encontraba como boba mirando de un lado a otro de la mesa, mientras Touya exhibía una sonrisita burlona en el rostro.
- Sakura, ¿harás algo por convencerlo?- preguntó mi padre, por poco y me atraganto con la comida, alcé la vista hacia Li.
- En serio podrías venir a cenar con nosotros…
Esperen. ¿En serio había dicho yo eso?
- No te hagas de rogar, mocoso- añadió Touya con voz cansina. Me impresionó que Touya apoyara la moción, supuse que sólo lo hacía para zanjar el tema de una vez.
Fueron dos segundos, un ceño fruncido más antes de escuchar la aceptación de Li, no supe si sentirme mal o bien al respecto, aunque si me sentía extrañamente confundida, parecía que de pronto me encontraba en una extraña película de comedia, ni en mis sueños más extraños iba a imaginarme que pasaría la noche buena con Li, es decir, no, de ninguna manera…
Luego de terminada la cena volvimos al salón y antes que pudiese sentarme en la mesa para volver a trabajar Li se encontraba a escasa distancia mirándome fijamente.
- ¿Por qué lo has hecho?- preguntó.
- ¿Hecho qué?- pregunté algo asustada.
- Invitarme a pasar la noche buena en tu casa…tú me detestas.
Suspiré.
- No te detesto, Li…
- ¿Ah, no?- preguntó burlón.
Medité unos segundos.
- No… - me encogí de hombros.
Él pareció realmente sorprendido ante mi comentario, pero ¿y qué? era cierto, yo realmente no lo odiaba, es decir, era un odioso y un pesado y además hacía llorar a las niñas… pero de ahí a odiarlo…
- ¿Entonces te parece bien que venga a cenar en noche buena a tu casa?- preguntó incrédulo alzando una ceja mientras se cruzaba de brazos.
Me encogí de hombros nuevamente, lo cierto es que no quería responder tan directamente a esa pregunta, no me gustaba mentir ¿saben?
- A nadie le gusta pasar la navidad solo, Li… creo que ni siquiera a ti por muy pesado que seas.- me fui por la tangente un poco.
Me pareció que las comisuras de sus labios se elevaban levemente, o quizás fue un efecto óptico, no lo supe asegurar porque apenas duró unos segundos. Nuevamente el silencio reinó el ambiente y sólo por hacer algo me senté en la mesa dispuesta a continuar con el trabajo, él me imitó y volvimos a sumirnos entre diccionarios y libros.
Otra hora más y Li se marchó de casa, lo llevé hasta la puerta y le vi desaparecer luego de unos segundos mientras aún me apoyaba en el umbral de mi casa.
- Así que el mocoso cenará con nosotros.- La voz de Touya me hizo pegar un brinco.- No te lo irás a comer como cena ¿o sí monstruo?
- ¡Touya!
La patada en su canilla no se hizo esperar, subí a mi habitación rápidamente antes que mi hermano tomase represalias, me estiré en la cama mirando hacia el techo de mi habitación. Mi padre creía que éramos amigos… ¿Amigos? ¿Syaoran Li y Sakura Kinomoto, amigos? Incluso en mi mente eso sonaba a una completa ridiculez. Me cambié al pijama mientras el asunto de la cena de noche buena seguía en mi mente, y sin querer lo último que recordé antes de dormir fue un par de ojos marrones…
Re: Tres mil millones de latidos.
Tres mil millones de latidos. Capitulo nº 5
- Spoiler:
- CAPITULO Nº 5
Los 24 de diciembre siempre los había esperado con ansias, era el día en que me levantaba muy temprano (gracias a 4 despertadores activados), iba al mercado y compraba generalmente las últimas cosas para poder preparar una correcta cena de noche buena y un elaborado almuerzo para el 25, como casi siempre sólo éramos Touya, papá y yo, en realidad no "casi", sino siempre, y cuando digo "siempre" me refiero desde que mamá murió siendo yo muy pequeña para recordarlo.
Pero este 24 era distinto, de partida los dedos de Touya picando mis ojos para hacerme levantar fueron los que me despertaron.
- Monstruo, levántate, no querrás pescar el mercado lleno.- espetó- No me hagas volver a tu cueva de monstruo para repetírtelo- añadió antes de salir de la habitación.
Gruñí de enfado, no era posible que ya fuese víspera de navidad y la cena con Li fuese esa misma noche; luego de contarle el suceso el día anterior a Tomoyo, ella parecía sorprendida pero especialmente emocionada por la noticia.
- ¿Y qué te pondrás? Debes lucir muy guapa Sakura- chilló al otro lado de la línea.
- ¿Y qué importa como luzca yo?
- Syaoran Li va a cenar contigo y tu familia, Sakurita, ¿Sabes cuantas chicas morirían por estar en tu lugar? Una cita con Li no deb…
- ¡¿Una cita? ¡No es una cita, Tomoyo!- exclamé sintiendo como los colores subían a mi rostro- Fue idea de mi padre invitarlo, yo jamás lo hubiese hecho…
- ¿Dices que iba a pasar las fiestas solo?- preguntó ignorando por completo mis palabras anteriores.
- Supongo… eso fue lo que dijo- me quedé pensativa sujetando el teléfono entre mi hombro y mi mejilla.- ¿Crees que todos los años lo ha pasado solo?- pregunté.
- Por lo que me cuentas, infiero que sí… dices que Li no se expresa en muy buenos términos de su familia…
Me quedé pensando otro rato, eso era cierto, lo poco y nada que me había dicho Li de su familia lo hacía con un tono aún más hosco del que comúnmente ocupaba y su mirada se debatía entre enfado y algo más… algo que no supe descifrar.
- Por lo mismo me alegro que lo hayas invitado a tu cena de noche buena- comentó mi amiga.
- Yo no lo invité- repetí por milésima vez en lo que iba la conversación.
- Sí, sí, como digas… ¿dejarás que escoja lo que te pondrás esta noche?
Si había que definir a mi mejor amiga en una palabra podía decir que "tenaz" le iba perfecto, bufé en señal de rendición.
- Bien, pasa por mi casa a las 3, antes de ponerme a preparar las cosas de la cena.
Luego de ducharme y desayunar (por suerte Touya había dejado unos panqueques para mi en la mesa de la cocina), salí al mercado a comprar lo último que necesitaba, me entretuve un poco mirando la gran variedad de adornos y chucherías que ofrecían por ser navidad, para cuando regresé a casa ya era pasado el medio día, la casa estaba sola, Touya trabajaría hasta las 5 de la tarde al igual que Fujikata, por lo que tendría la casa para mi hasta esa hora, me apuré en cocinar un improvisado almuerzo antes de ponerme a ordenar y asear la casa, después de todo tendríamos un invitado…
La idea seguía pareciéndome completamente bizarra y un enorme problema, la verdad es que no odiaba a Li… pero tampoco era como si lo estimara o me cayera bien… en realidad el sujeto me caía bastante pesado, era parco, enojón y no pasaba por alto la mirada asesina que tenía exclusivamente para mi, varias veces me había preguntado si quizás algo del pasado le hacía mirarme con tal enfado en sus ojos, pero por más que trataba de recordar no encontraba ninguna razón coherente para eso, así que siempre llegaba a la misma conclusión: Syaoran Li era un pesado sólo porque quería serlo.
Puntualmente a las 3 de la tarde apareció Tomoyo en mi casa, por poco y me voy de espaldas al verme cargando de improviso una bolsa de tamaño descomunal que lanzó sobre mi.
- ¡Estaba tan emocionada que no sabía que escoger para ti! – chilló Tomoyo mientras yo hacía malabares por no caer con el peso que cargaba- pero entonces me decidí a traer de todo un poco y probarte, después de todo debes estar perfecta, es una cita con Li…
- ¡Que no es una cita! –grité haciendo el rostro hacia un lado para no ahogarme con la bolsa.- Te recuerdo que mi padre y Touya estarán en la misma mesa que nosotros cenando…
Pero hacer entender a Tomoyo que lo que ocurriría esa noche con Li no era una cita, era tan difícil como tratar de levantarme a tiempo para ir a la escuela, lo cierto es que no esperaba que mi amiga volviera a tratar de enfundarme en una de sus creaciones, mi idea era algo más del tipo que revisara mi armario y me recomendara qué poner, pero cuando se lo propuse negó enérgicamente con la cabeza alegando que en mi closet no había nada lo suficientemente a la altura de la ocasión, lo que – reconozco - me ofendió. Por otro lado, debo decir agradecí que el estilo de diseñar conjuntos de mi queridísima amiga hubiese ido mutando con los años para llegar a ser realmente ropa "ponible", es decir, luego de una hora de veredictos negativos pareció conforme con la elección de un vestido tipo coctel, muy simple la verdad, dos tirantes, cintura un poco entallada, largo hasta un poco más arriba de la rodilla, quizás lo único que demostraba que Tomoyo era la creadora era el color rojo de la tela con el que estaba hecho, y el detalle que en toda la parte del torso había un trabajo muy fino de mostacilla del mismo color.
- ¡El rojo es el color de la buena fortuna y del amor!- chilló nuevamente con emoción mientras sacaba su cámara y comenzaba a grabarme de todos los ángulos.- además es un color navideño, Sakurita.
Luego de asegurarle a Tomoyo que por nada del mundo dejaría de usar su vestido, se marchó, y sólo entonces pude bajar a la cocina para comenzar a preparar la cena, miraba el reloj insistentemente, Li había sido invitado a las 9 de la noche, y podía asegurar que a las nueve en punto estaría sonando el timbre de casa, el tipo era completamente puntual, parecía reloj suizo, me preguntaba si esa era una de las tantas razones por las que Li parecía detestarme, el que yo fuese completamente opuesta a él en eso de la puntualidad.
A eso de las seis de la tarde Touya hizo su aparición por la cocina, venía recién llegando del trabajo, sólo pude rodar los ojos ante su frase de "trata de no envenenarnos con la comida, monstruo"; a los pocos minutos llegó mi padre, quien luego de ayudarme un poco en la preparación se ofreció a vigilar el horno mientras yo iba a ducharme y arreglarme para la cena, lo cierto es que lo necesitaba, había pasado casi toda la tarde cocinando y estaba hecha un desastre, miré el reloj, eran diez para las ocho de la noche, debía darme prisa.
Luego de una ducha rápida y de vestir y calzar tal como Tomoyo insistió que hiciera me miré al espejo, mi cabello parecía algo desaliñado, me esmeré en tomar algunos mechones más rebeldes en dos trabas pequeñas, el flequillo sobre mi frente un poco hacia el lado, nada de maquillaje, jamás lo hacía, me parecía que no iba conmigo… además profesaba un profundo terror hacia los cosméticos, me parecía que en cualquier momento el lápiz de ojos se enterraría en mi globo ocular, o que la encrespadora de pestañas me dejaría sin ellas… prefería pasar de eso.
Bajé lo más pronto a la cocina a tiempo de dar los últimos toques a la comida y decorar la ensalada, para cuando miré el reloj de la cocina faltaban sólo cinco minutos para las nueve de la noche, en cualquier momento Li llegaría; no supe por qué me sentí súbitamente nerviosa. ¿Y si le fallaba a la comida? ¿Y si me quedaba salada? ¿Y si era alérgico a los espárragos? ¿Y si Touya decidía que era mejor enterrarlo vivo en el patio trasero?
El sonido del timbre me sacó de todo pensamiento fatalista, me quedé estática en la mitad de la cocina.
- Monstruo, abre la puerta- escuché a Touya gritar desde el comedor.
Hice un mohín y me dirigí a la entrada, pasé las manos por el delantal que me había puesto para no manchar el vestido tratando de tranquilizarme.
- Vamos Sakura, no puede ser tan malo.- me convencí en un susurro.
Abrí la puerta de un sopetón y ahí estaba él, con su potente y seria mirada, traté de sonreír pero se que fue un intento patético de sonrisa.
- Hola…
- Buenas noches.- saludó él. Aun continuaba apoyada en la puerta cuando le ví arrugar el ceño- ¿Me dejarás pasar?
- ¿Qué? ¡Oh! Sí, claro, pasa…- enrojecí mientras le abría paso a la casa.
Fujikata apareció y con su típica pose paternal invitó a pasar a Li como si fuese el más inmenso honor tenerlo en casa, la verdad es que gustosa hubiese deseado que toda la bizarrada que estaba viviendo en ese día no ocurriera. El invitado pasó a la sala seguido por mi padre, Touya ya se encontraba sentado en el sillón cambiando los canales de la televisión frenéticamente, volteó levemente la vista hacia el recién llegado, estaba claro que mi hermano pensaba algo parecido a mi.
- Voy a servir la cena…- me excusé patéticamente en un intento de huir de esa tensa escena, apenas habían pasado dos minutos desde la llegada de Li y el ambiente parecía que se cortaba con un cuchillo, estaba claro que mi padre era el único no enterado de la hostilidad de Touya hacia el recién llegado, aunque por lo visto eso no intimidaba a Li.
Serví los platos y uno a uno los llevé a la mesa. Me sentía nerviosa, quería la aprobación de lo que tanto esfuerzo me había costado, cuando los cuatro estuvimos en la mesa y luego de dar las gracias por la comida el sonido de los cuchillos y tenedores en contacto con los platos fue lo único que se oyó.
- Te ha quedado muy buena la comida, Sakura- alabó mi padre, sonreí mientras mi vista desviaba hacia Li quien comía en silencio, al menos su ceño no estaba fruncido lo cual era una buena señal, ¿no?
- Al fin aprendes a cocinar, monstruo- replicó mi hermano.
- ¡Touya!
Li alzó la vista y la posó en mi, estuve segura que una leve mueca de sonrisa decoró su rostro en ese momento lo cual me enfureció aún más, lo que me faltaba, que Syaoran Li tuviese otro motivo para encontrarme ridícula y burlarse a mi costa.
Por primera vez alababa la capacidad de mi padre de sacar conversación aún en los ambientes más hostiles, y es que gracias a él tuvimos una cena relativamente normal, Fujikata no tenía problemas en llevar un tema de conversación e incluirnos a todos en él.
- Sakura me ha comentado que vives con alguien más ¿no es así?- preguntó mi padre, por poco y me quiebro el cuello al voltear al escuchar aquellas palabras, ahora además era un monstruo chismoso, genial.
Li se limpió la boca con la servilleta antes de responder.
- Así es, señor- respondió con toda la calma del mundo, no supe si estaba enfadado al enterarse que yo contaba intimidades suyas- vivo con Wei, ha sido el mayordomo de mi familia por muchos años… es prácticamente parte de la familia- aclaró.
- ¿Y él esta en tu casa ahora?
Casi me entierro el tenedor en los ojos, ¿mi padre no podía ser más discreto?
- No, le he dado la semana libre así que ha vuelto a Hong Kong.
- ¿Así que estas solo, mocoso?- preguntó Touya. Vi a Li desviar la vista hacia mi hermano, me pareció que hubo un buen duelo de miradas antes que el aludido respondiera.
- Por estos días sí.
- Ni se te ocurra invitarla a casa, enano, cualquier trabajo lo realizarán acá- afirmó mi hermano para terror mío, bueno, no es como si me fascinase la idea de Li y yo trabajando solos en su casa, la escena de ser enterrada viva en su jardín cobraba más vida pero lo cierto es que tampoco me apetecía que mi hermano hiciese sus alardes de hermano posesivo, no en esos momentos.
- Touya, más respeto con nuestro invitado.- terció mi padre.
Claramente la mueca de Touya daba a entender que poco le importaba tenerle respeto a Li. Por suerte el resto de la cena, incluido el postre pasó en completa tranquilidad. parecía que Li no estaba dispuesto a replicar las filosas palabras de mi hermano, lo cual no sabía si era algo bueno o malo. Luego de terminar de comer Touya se excusó diciendo que visitaría a Yukito, hice una mueca, me hubiese gustado verlo, pero era obvio que con mi supuesto "amigo" invitado debía quedarme en casa; luego de ver marchar a mi hermano, mi padre también se excusó unos momentos para ir a saludar a los vecinos. ¿Conclusión? El niño ogro y yo nos quedamos solos en la salita, y fue cuando comencé a sentir que moriría de los nervios.
- ¿Así que… pasarás año nuevo también en Tomoeda? – pregunté tratando de animar alguna conversación.
- Así es.- respondió.
- ¿Sólo?- volví a inquirir. Le vi alzar una ceja y mirarme con una mueca irónicamente incrédula.
- ¿Acaso pretendes invitarme también en año nuevo, Kinomoto?- preguntó.
- ¡No! – respondí con premura a lo que su mueca se acentuó, enrojecí avergonzada, ese "no" había sonado demasiado desesperado- Es decir… yo, no… esto…
- No te preocupes, tampoco pensaba pasar contigo el año nuevo, con noche buena he tenido suficiente- espetó él.
Me sentí ligeramente ofendida, después de todo me había esmerado en hacer una rica cena y ni siquiera se la merecía, es más, ni siquiera se merecía que yo le hablara, Syaoran Li era un idiota odioso y gruñón.
- Pues créeme que tampoco me hacía ilusión.- repliqué.
- Bien, porque a mi tampoco.
- ¿Tienes que ser tan pesado todo el tiempo?
- Esa pregunta ya me la habías hecho- respondió con una sonrisita petulante.
- Es que no puedo concebir que seas tan pesado como muestras ser.
- Pues acostúmbrate- respondió mientras se levantaba del sillón. Imité su gesto.
- ¿Ya te vas?
- ¿Tendría que quedarme?- preguntó.
- No- fue toda mi respuesta.
- Entonces me voy.
Le acompañé hasta la puerta, me sentía súbitamente furiosa, ahora sí que no tenía dudas de que Li era un completo desagradable, idiota, petulante, mentecat…
- Feliz navidad, Kinomoto, y gracias por la comida…
Me quedé de piedra en la entrada al ver que del bolsillo de su chaqueta sacaba una pequeña cajita azul envuelta en una fina cinta. Mis manos fueron lentamente a recibir lo que me tendía, no supe si fue otra ilusión de mi alocada mente pero estuve casi segura que rozamos levemente nuestras manos en el intercambio.
- ¿Y esto?- pregunté turbada.
- ¿Qué no es obvio?- preguntó él cruzándose de brazos.
- ¿Y por qué?- pregunté mientras miraba la pequeña cajita de forma rectangular.
- No se cómo te habrán enseñado a ti, Kinomoto, pero en mi familia cuando una familia nos invita a pasar alguna celebración solemos llevar un presente.
Enrojecí, parte de ira y parte de vergüenza ante su contestación.
- Pues en mi familia también solemos hacerlo- dije arrugando el ceño de manera furibunda.
- Pues que bien, entonces no preguntes.
- No tenías por qué hacerlo de todas formas.- añadí.
- ¿A no?
- No. Tú no me soportas.
- Considéralo entonces una mera cortesía- replicó antes de comenzar a caminar- Gracias nuevamente por la invitación, díselo a tu padre de mi parte.
Me quedé ahí parada, viéndolo marchar mientras aún sostenía la pequeña caja en mis manos, luego de unos minutos entré a la casa y me senté en el sillón mientras sacaba la cinta y quitaba la tapa forrada en terciopelo azul, abrí los ojos asombrada ante la preciosa pulsera de plata que estaba ante mis ojos; era una fina cadena con muchos dijes colgando con formas de diminutas figuras de mar, también de plata, estrellas, caracoles, soles… realmente hermosa.
Me quedé varios minutos admirando la joya que tenía entre mis manos. Realmente Li era un chico muy extraño, se comportaba realmente arisco y como un odioso y sin embargo tenía gestos como ese, me pregunté si había sido él quien había comprado el regalo o su mayordomo. Luego de lavar las cosas de la cena y ordenar la casa, incluso luego que mi padre regresara al igual que Touya seguido de Yukito me encontré pensando que deseaba que hubiese sido Li quien hubiese escogido la cadena que en esos momentos colgaba de mi muñeca izquierda...
Re: Tres mil millones de latidos.
si y de verdad esta de mas
naruto cc- Mago - Fye
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Re: Tres mil millones de latidos.
si que creativos que son los de este foro eh
naruto cc- Mago - Fye
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Re: Tres mil millones de latidos.
Tres mil millones de latidos. Capitulo nº 6
- Spoiler:
- CAPITULO Nº 6
¿Estaba mal sentirme así de nerviosa por volver a ver a Li? Lo cierto es que luego de su regalo en navidad cada vez que miraba la dichosa pulsera era inevitable pensar en él, lo cual en los últimos días pasaba con mucha frecuencia, considerando que la pulsera me había gustado tanto que la llevaba a diario colgando de mi muñeca, Tomoyo por poco y revienta mi oído al chillar como una maniaca por teléfono al enterarse del detalle del regalo de mi noche de navidad, y no había parado de decir que eso era una "señal", claro que Tomoyo ignoró olímpicamente el detalle que no hubo nada ni remotamente romántico en el momento en que Li me entregó el regalo, siguió mirándome como si quisiese ver mi rostro en el fondo de un pozo y yo seguía encontrándolo un pesado, así que… ¿un detalle romántico? ¡Já! Antes llegaba yo temprano a clases un día lunes…
Y precisamente era lunes, y me encontraba corriendo a toda prisa hacia la escuela, el primer día de clases luego del receso de navidad y para variar me había quedado dormida, luego de ingresar y por poco caer subiendo unas escaleras de manera frenética, logré alcanzar la entrada de mi sala, suspiré tratando de calmar mi respiración. Estaba por abrir la puerta cuando sentí unos pasos a mi derecha, me volteé a ver y distinguí al inspector caminando en mi dirección, seguido de una chica que apenas verla me sentí algo inferior, no había que ser muy observador para captar que era… bueno, ya saben… hermosísima, cabellos negros azulados, lisos y tomados en dos moños, mirada potente y de un color vagamente familiar, la chica me observaba fijamente y la sensación de sentirme pequeña se intensificó, me quedé estática, aún con la mano en la puerta.
- Le ocurre algo señorita Kinomoto? Nuevamente retrasada por lo que veo…
Que el inspector me conociera en un colegio con más de mil alumnos se debía única y exclusivamente al hecho que mis continuos retrasos me llevaban a visitar su oficina continuamente para poder entrar a clases.
- Sólo me retrasé un… poquito…- respondí bajito.
- Por esta vez lo perdonaré.- terció él.
Fue el inspector quien abrió la puerta y pasamos los tres, sin más me dirigí directamente a mi puesto junto a un Li que lucía realmente temible ese día, su ceño formando una intimidante línea en la mitad de su frente, apenas sus ojos se encontraron con los míos sentí escalofríos.
Si las miradas matasen yo estaría carbonizada…
Me senté tratando de calmar el temblor que invadió mis extremidades al ver la osca manera de observarme de Li. ¿Esta vez qué había hecho? No lo había visto desde la semana de navidad ya que dos días después de la cena Li me había llamado para decirme escuetamente que no podría reunirse a hacer el trabajo hasta que volviésemos a clases, claramente yo no me oponía a eso, después de todo el librarme de la intimidante mirada de Li era un respiro.
Alcé la vista y vi como la chica nueva miraba en mi dirección. ¿Qué tenía que los nuevos siempre la tomaban conmigo? Porque o yo estaba siendo muy paranoica o quizás esa chica era bizca, pero realmente parecía que me quería asesinar con su mirada… entre las miradas de Li y la de esa chica seguramente que para el cambio de clases mi cabeza terminaría separada del cuerpo.
- Atención, clase.- nos llamó el profesor.- Tienen una nueva compañera este trimestre…
Me percaté que muchos murmuraban mientras veían a la recién llegada, supuse que las niñas algo envidiosas de lo increíblemente guapa que era la chica nueva, no pasó desapercibido tampoco las miradas de los chicos sobre ella, ya casi lo podía vislumbrar, esa chica tenía todo para ser de ese tipo a la que todos siguen y todos quieren ser sus amigos.
Por el rabillo del ojo vislumbré como Li se removía en su asiento, me abstuve de mirarlo por temor a enfrentarme a otra sesión de miradas asesinas, por lo que opté por observar mis manos apoyadas sobre la mesa.
- Buenos días, soy Meiling Li…
Li…
Los murmullos no se hicieron esperar, y esta vez el Li que se encontraba sentado a mi lado se removió más incómodamente, ¿sería posible que…
- … vengo de Hong Kong…
Esta vez todos comentaban sin ningún pudor de ser escuchados, y todas las miradas apuntaban a Syaoran Li, incluso la mía, por primera vez veía a mi compañero de banco realmente incómodo por algo.
- He venido para continuar mis estudios en…
Pero entonces no seguí escuchando nada más de lo que tuviese que decir la chica recién llegada de Hong Kong y con el mismo apellido que mi compañero de banco, porque fueron las acciones de este mismo las que me desconectaron de la realidad enfocándome sólo en él, los castaños ojos de Syaoran Li fijos en los míos, el mismo ceño fruncido y aquella misma mirada intimidante, quizás lo único que cambió radicalmente todo fueron las palabras salidas de su boca casi en un susurro.
- Por lo que más quieras, no permitas que Meiling se siente en tu puesto…
Abrí los ojos de la impresión, ¿era imaginación mía o realmente Li me estaba pidiendo que siguiera sentada con él? Ni en mis más remotos sueños imaginé que mi compañero de banco, ese mismo chico que me miraba con instintos asesinos todo el tiempo, me pidiese continuar sentándome junto a él. El que llamase por su nombre a la recién llegada me confirmaba que esos dos definitivamente se conocían.
Salí de mi burbuja al momento de escuchar la misma aguda voz frente a mi.
- ¿Y bien? ¿Dejarás que me siente junto a Xiao- Lang?
Abrí los ojos del puro susto al ver a la chica recién llegada con pinta de modelo hablándome directamente a mi, si hubiese sido otra la circunstancia se seguro me hubiese reído de la manera en que llamó a Li, pero su potente mirada me tenía ciertamente intimidada….
- Yo…
- Meiling, el maestro te ha dicho que debes sentarte con…
- Eso no importa Xiao Lang, quiero sentarme contigo…- terció terca ella.
- Pues yo no…- replicó él arrugando el ceño.
- He venido desde Hong Kong para…
- Yo no te he pedido nada, Meiling.
- Pues tú nunca pides nada…
Mi cabeza iba de un Li a otro como si de un partido de tenis se tratara, realmente Meiling Li me intimidaba, unos pocos minutos y ya podía imaginarme que el carácter de esa chica era de temer.
- Señorita Li, a su puesto.
La voz del maestro Inukai dio por terminada el intercambio de palabras entre los dos Li, la chica se marchó no sin antes darme una mirada asesina que me hizo tragar saliva en grueso, volví a mirar mis manos de manera nerviosa, a sabiendas que mi compañero de banco no me quitaba la mirada de encima tampoco.
Cuando la clase dio inicio yo aún me encontraba demasiado turbada como para prestar atención, y menos aún cuando se trataba de una de las asignaturas que más me costaba, era imposible agarrarme de las materias que se explicaban en el pizarrón; estaba tan sumida en mis pensamientos que me sobresalté al ver a Li cruzar la imaginaria línea de "mi parte de la mesa" para dejar un papel, miré hacia todos lados antes de entender que realmente eso iba dirigido a mi, lo tomé y abrí con dedos temblorosos.
"Kinomoto:
Necesito pedirte un favor."
Releí aquellas escuetas palabras una y otra vez sin poder dar crédito, ¿era una especie de broma?
"Eso depende. ¿De qué trata?" Escribí de vuelta.
"Necesito que no te dejes convencer por Meiling para ocupar tu puesto".
Si no hubiese estado lo suficientemente asombrada por el hecho de ver a Li pidiéndome un favor, seguramente me hubiese reído por la extrema seriedad con que me pedía algo medianamente "normal", es decir, después de todo era mi puesto ¿no? no es como si la chica nueva pudiese quitarme de ahí a placer, los puestos además estaban designados por el profesor.
"No hay problemas, de todas formas no tengo permitido sentarme en otro lado ¿no?"
"No conoces a Meiling, hará todo por sentarse junto a mi"
"¿Es tu pariente?"
"Algo así. En fin ¿Lo harás?"
"¿Por qué debería hacerte un favor si eres tan pesado?"
"Kinomoto…¿LO HARÁS?"
Me volteé a mirarlo y sus potentes ojos me tenían atrapada nuevamente, su mandíbula estaba tensa, más allá pude ver la vista fija de Meiling Li sobre nosotros, me pregunté por qué Li estaba tan desesperado por no sentarse con ella, ¿qué pasaría entre esos dos?
- Estaré en deuda…- susurró a medias ganas mi compañero de asiento mientras yo lo miraba sorprendida.
Si a tal punto llegaba la desesperación de Li como para hablarme, pedirme un favor, y además decir que quedaba en deuda conmigo es porque decididamente era un asunto crítico, imaginé que jamás antes había pedido un favor, y lo sabía por lo increíblemente incómodo que se veía con todo.
- Vale…
Me miró entrecerrando los ojos como evaluándome, me sentí un poco ofendida, después de todo le estaba haciendo un favor y él se daba el lujo de mirarme desconfiadamente.
- Meiling es persuasiva…- terció.
- ¿No sería más fácil decirle que no quieres sentarte con ella y ya?
Él rodó los ojos como si mi pregunta fuese notablemente ridícula.
- Es cabezotas… como tú.
Fue mi turno de mirarlo con los ojos entrecerrados.
- Te recuerdo que acabas de pedirme un favor, Li.- le reclamé bajito mientras me preocupaba que el maestro no nos descubriese conversando.
- Y ya lo has aceptado y más te vale que lo cumplas, Kinomoto…
¡Dios! ¿Qué a este hombre nunca le han enseñado a pedir favores?
- ¿O si no qué?- me atreví a preguntar.
- O si no le diré a la maestra Tsuji que no has aportado nada en nuestro trabajo de Literatura…
Touché. Abrí la boca a manera incrédula.
- No te atreverías…
Su sonrisilla desafiante fue toda contestación.
- ¡Me estas chantajeando!
- No… simplemente me aseguro que cumplas con el favor que te pido.
Continuaba sin poder dar crédito a sus palabras. ¿En serio podía existir alguien más malvado que Syaoran Li? Porque sí, eso era ser malvado, por mucho que me regalase perfectas pulseras de plata como regalo de navidad… por segundos sopesé la opción de no acceder a ayudarle, pero cabía la posibilidad que Li si cumpliese con sus palabras, no era un secreto que la maestra Tsuji profesaba un evidente favoritismo hacia los mejores de la clase, Li entre ellos, estaba claro que entre Syaoran Li y Sakura Kinomoto la maestra le creería a él. Estaba en una completa encrucijada.
No volvimos a hablar, yo me encontraba demasiado perturbada como para continuar la plática con él, por lo que me dediqué a tomar apuntes a medias y tratar de resolver algunos ejercicios; para cuando tocaron el timbre de cambio de clase me paré como resorte de mi asiento y tomando a Tomoyo de la muñeca salí de la sala en dirección a los baños.
- Es una chica muy bonita ¿no, Sakura? ¿Has visto su cabello?
Rodé los ojos ante la típica ingenuidad de mi mejor amiga. Es decir, Tomoyo era mucho más lista y madura que yo en la mayoría de las cosas, pero había algo que indudablemente nos ponía en posiciones opuestas: Tomoyo tendía a ver y creer que todos eran buenos y adorables… ¿Cómo es posible que no viese las miradas asesinas que me dedicó la … pariente de Li?
Apenas entramos a los baños abrí la llave y me mojé el rostro con abundante agua.
- ¿Te encuentras bien, Sakura?- sentí la mano de Tomoyo en mi espalda, negué con la cabeza.
- Tuve… algo así como una… discusión con Li.- respondí mientras secaba mi rostro con la manga de mi chaleco, Tomoyo negó con la cabeza mientras sacaba un pañuelo del bolsillo de su chaquetón tendiéndomelo.
- ¿Por qué?
- Por la chica nueva…
- ¿Meiling Li? le escuché decir que era prima de Syaoran…- dijo ella, abrí los ojos impresionada.
Si eran primos ¿por qué demonios Li parecía querer tenerla lo más lejos posible?
- Pues Li no parece soportarla ni un poco…- repliqué yo, mi amiga se tomó el mentón pensativa.- Me ha pedido que por nada del mundo deje que ella se siente con él…
Los ojos de Tomoyo brillaron extrañamente.
- ¿Li te ha pedido un favor? ¿No es adorable?
La miré con horror, ¿por qué demonios Tomoyo tenía que ver lo adorable en todo?
- Me ha chantajeado de por medio, así que no te emociones…
Pero hacerle entender aquello era igual de imposible que convencerla que la cena de noche buena no había sido una cita.
Para cuando volvimos a la sala el profesor aún no había llegado, sin embargo el horror me volvió a invadir al ver que la perfecta chica de cabellos negros azulados se encontraba sentada en mi puesto junto a un muy ceñudo Syaoran, apenas sus ojos conectaron con los míos lo supe, su amenaza estaba plasmada en esa mirada. ¿Qué es lo que se supone que tenía que hacer? ¿Tirar del cabello a Meiling Li para sacarla de ahí?
Me acerqué lo suficiente hasta llegar a su lado.
- Uhm…- me aclaré la garganta y la chica me miró fijamente, me sentí nerviosa- Este…. uhm… es mi puesto... ya sabes…
- ¿No dejarás que me siente junto a mi primo?
- ¡Que no somos primos!- estalló Li, en ese instante Hiragizawa se paró junto a Li con una mueca divertida en el rostro.
- El profesor ha asignado ya los asientos…
- Eso ya lo se.- terció ella mirándome con el ceño fruncido, aún cuando había sido Eriol quien había hablado antes, comencé a pensar que eso de las miradas asesinas les iba de familia; no supe si su frase iba hacia lo dicho por el secuaz de Li o en réplica a lo dicho por este último.
- Pues… verás… tenemos un trabajo que hacer…- esta vez fui yo quien intervino, no muy convincente he de decir, pero ¿y qué? nunca dije que la elocuencia fuese lo mío.
Me sentía realmente nerviosa, no sabía como defender mi puesto, por lo demás no estaba en condiciones que Li cumpliese con su chantaje, y vaya que si lo creía capaz de llevarlo a cabo.
- Bien…- dijo la chica levantándose elegantemente de mi asiento y caminando hacia el otro extremo de la sala no sin antes voltearse hacia mi compañero de banco.- Después de la escuela nos iremos juntos, Xiao Lang.
El aludido hizo una mueca que al parecer dejó satisfecha a la chica, fue el momento en que Eriol se decidiese a opinar algo más, bastante valiente considerando el semblante de Li.
- Buena suerte…- dijo entre risas mientras se iba a sentar a su puesto al momento en que entraba el profesor.
Respiré profundo y me senté yo también, mientras anotaba la fecha en la punta superior del cuaderno nuevamente vi la mano de Li dejar un papelito cerca, lo observé incrédula nuevamente. ¿Esto se haría costumbre?
"Lo has hecho bien, aunque Meiling no dejará el tema fácil así que no te relajes."
Rodé los ojos, con un "gracias" me bastaba, pero estaba claro que eso jamás saldría ni de la boca ni de la pluma de Li.
¿En qué lío me estaba metiendo?
Seguramente en uno muy malo.
Re: Tres mil millones de latidos.
Tres mil millones de latidos. Capitulo nº 7
- Spoiler:
- CAPITULO Nº 7
Ya sabía yo que nada bueno podía salir de hacerle un favor a Li. ¿Por qué tuve que ser taaaaaan ingenua para creer que algo que me involucrara no resultaría un desastre? Porque eso es lo que era, un completo y absoluto desastre; desde la aparición de Meiling Li mi vida se había transformado en una estresante cadena de sucesos, desde miradas asesinas a arrinconamientos en el baño, no es como si la chica nueva fuese una matona ni mucho menos, pero cada vez que se encontraba conmigo (lo cual sucedía casi todo el tiempo) se dedicaba a mirarme asesinamente y reclamarme el estar avasallando a su "Xiao Lang", como si yo quisiese pasar tiempo con el gruñón de su primo… es decir, por mucho que su actitud hacia mi haya cambiado radicalmente los últimos días… de pasar de ser un gruñón completo a un gruñón con espasmos de mejor carácter, lo cual por cierto me tenía a saltos todo el día.. tampoco es como si yo ansiase su compañía. ¿Cómo saber cual de los dos Li decidía ser en un momento dado? Por la mañana era el Li gruñón, a ratos parecía realmente una persona normal, y luego volvía a asesinarme con la mirada… ¿Quién lo entiende?
Aún me hervía la sangre al recordar incluso cómo me había sacado en cara el regalo de la pulsera para instarme a ser más firme contra su prima, por poco y se la tiro por la cabeza, pero, pero… es que la encontraba tan linda y lo cierto es que ya me había encariñado a la dichosa joyita, no es como si fuese una chica muy dada a las joyas, pero… bien, tenía un "algo", un "no se qué".
Ese día por fin era jueves y la semana estaba pronta a acabarse, entre el estrés de tener que soportar a dos Li en mi vida, realmente me encontraba bastante agotada, por suerte las clases casi acababan. Me estremecí apenas salí del camarín de chicas acompañada por Tomoyo, el frío era realmente intenso y de todas formas nos seguían haciendo las clases de Educación Física al aire libre, lo cierto es que a pesar del frío no me quejaba, después de todo los deportes eran mi asignatura favorita. Me acomodé el polerón y froté mis manos para darles calor.
- Al parecer hoy correremos en la pista…- dijo Tomoyo apuntando unos metros a los lejos, seguí la dirección y vi a varias chicas ya cerca de la pista.
- Genial…
Podía reconocer sin ningún problema que el atletismo era lo mío, siempre, y eso me dejaba una cálida sensación de satisfacción personal por ello, es decir, era buena en algo ¿no? con eso todo lo neandertal que podía ser en materias como trigonometría o álgebra no parecía tan terrible si ponía en la balanza que al menos era la mejor de mi clase en la pista de atletismo.
Nos acercamos hacia el grupo de chicas y fue entonces cuando estábamos a punto de comenzar que vimos llegar al grupo de chicos de nuestro grado, al parecer ellos ocuparían la cancha para jugar futbol, para variar Tomoyo perdió la noción del tiempo y espacio mirando a Hiragizawa, por lo que me rendí y fui a poner a la pista incluso antes que el profesor lo ordenara, mientras me ataba las agujetas de las zapatillas vi los pies de alguien pararse junto a mi.
- ¿Aceptas una carrera, Kinomoto?
Si no fuese porque en cada uno de los últimos días temía un poco a esa voz probablemente la respuesta nata hubiese sido un "sí" rotundo, pero hablábamos de Meiling Li, no era cualquier chica, la miré unos segundos sin decir nada.
- ¿Acaso temes que te gane?
Para cuando me levanté del piso para estar a su altura ya eran varias las que nos rodeaban a ambas, haciendo de una simple preguntilla el suceso del día. Me crucé de brazos y la miré tratando de no sonar intimidada.
- Jamás.- respondí.
- Entonces te reto.- terció ella.
No me apetecía una competencia con Meiling Li, y no porque temiera a perder (lo cual por cierto era el menor temor, confiaba en mis capacidades), si no que simplemente el añadir una competencia de atletismo sentía que intensificaría el de por si injustificado odio de la chica Li hacia mi, después de todo ya muchos en la escuela sabían que "algo" pasaba entre la chica nueva y yo, y lo peor: los rumores ponían a Li, sí, a Syaroan Li, de por medio… ¿Algo peor?
- Señoritas a sus posiciones…
Nunca amé tanto la voz de un profesor como en esos momentos, me libró de tener que responder al reto y mantenerme lo más alejada posible de la chica Li, la clase se pasó entre carreras y postas, por suerte (gracias a la conjunción de los planetas) nunca tuve que competir contra Meiling, cuando por fin el profesor dio por terminada la clase me encaminé hacia los camarines, sin embargo una mano sobre mi hombro me detuvo.
- No has respondido a mi reto, Kinomoto…
Me volteé, Tomoyo también lo hizo y fueron varias las que escucharon las palabras de Meiling Li. Hice una mueca cansina ¿qué tenía la chica contra mi? Comencé a considerar seriamente el cederle mi puesto y que se sentase con su primo y de paso librarme de toda esa competencia y acoso estúpido, sin embargo había algo en las palabras de mi retadora que encendían una chispa de bravura en mi interior, unas ganas de demostrarle de una vez por todas que yo si era una rival para ella, ¿rival de qué? ni yo lo sabía muy bien, pero no era momento de ponerse a filosofar, me zafé de su agarre y la miré desafiante.
- Esta bien.
Tomoyo corrió, supuse que a buscar su dichosa camarita de video. Mejor. Pensé, así al menos habría registro de mi victoria, porque sí, ganaría a como de lugar.
- Una sola carrera, quien llega primero a la meta gana, sin distinción.
- ¿Qué acaso podría ser de otra forma? – pregunté mientras comenzaba a caminar de vuelta a la pista.
El murmullo a nuestro alrededor se intensificó y fue entonces que me percaté que no sólo eran las chicas las que se acercaban curiosas a observarnos, también los chicos y para mi horror Syaoran Li entre ellos, por segundos nuestras miradas se cruzaron, me sorprendí al ver sus ojos abiertos a manera asombrada más no enfadada.
- ¡Necesitamos dos jueces!- chilló mi contrincante.- uno para la partida y otro en la meta.
Hiragizawa se ofreció a oficiar de iniciador, y por poco me caigo de bruces al escuchar a Li ofrecerse para ser el juez en la meta, por segundos mi mente imaginó a un Li mintiendo sobre mi victoria y dando como ganadora de manera injustificada a su prima, aunque luego recordé que él no parecía ser adepto a Meiling, es más, parecía rehuirla y rechazarla todo el tiempo, por lo que me tranquilicé un poco, al menos si perdía, esperaba que fuese limpiamente.
- ¡En sus marcas!
El grito de Eriol me sacó de mis fatalistas pensamientos y me posesioné en la pista junto a la chica Li.
- Xiao Lang es mío.- espetó Meiling mirándome de costado. La observé con horror, ¿Qué no entendía que yo no quería a Li?
- Puedes quedártelo jamás me ha inte…
- ¡Listas!
Fueron dos milésimas de segundo donde mi mente tuvo la grandiosa idea, me volví nuevamente a mirar a Meiling.
- Apostemos…- la aludida me estudió con los ojos.- Si tú ganas te quedas con mi puesto… si yo gano dejas de molestarme con ello y te conformas con tu asiento a tres metros de Li.
- Hecho.
- ¡YA!- el grito de Eriol hizo que todo lo demás perdiese importancia y me eché a correr como condenada.
Los gritos pronto se transformaron en un murmullo mudo apenas di el primer paso en la pista. Corría con todas mis fuerzas, ni siquiera me dediqué a mirar si mi contrincante iba a la par conmigo o no, sólo veía la meta y a Syaoran Li parado en ella, me centré en mi respiración mientras sentía que mis piernas daban su máximo esfuerzo por correr a velocidad, hasta cruzar la preciada meta…
Nuevamente los chillidos volvieron a mis oídos y para cuando me volteé a ver, Syaoran Li me miraba con una mueca torcida mientras se cruzaba de brazos, nos quedamos mirando, no supe si estaba impresionado, enojado o se burlaba de mi. ¿Qué acaso había perdido?
- Has ganado, Kinomoto.- me anunció mientras apuntaba con la cabeza hacia su izquierda unos metros donde una muy molesta Meiling Li me taladraba con la mirada.
- Pues que bien porque de paso te he ayudado…
Pareció realmente sorprendido con mis palabras y eso hizo que la mueca torcida ahora estuviese en mi rostro.
- Hemos apostado, si yo ganaba ella dejaría de molestar para tratar de sentarse junto a ti- expliqué mientras pasaba a su lado acercándome a una muy emocionada Tomoyo que corría hacia mi, cámara en mano.
Pero entonces unos firmes dedos sosteniendo mi brazo me detuvieron, me volteé y abrí los ojos por la inesperada cercanía de Li conmigo, me parecía que podía perderme en su mirada.
- Kinomoto…
No supe por qué pronunció mi nombre, cuando estaba claro que a quien hablaba era a mi, aún así me sentí… extraña, su mirada era penetrante pero no asesina, sino… extraña… bueno… sólo extraña. Seguía sosteniendo mi brazo, no sabía si por inercia o es que no quería darme la chance de huir, como quizás en un primer momento pensé.
- Gracias…
Y entonces, Syaoran Li me sonrió.
Y esta vez no fue ningún efecto visual. Sus labios estaban curvados hacia arriba y un pequeño hoyuelo se marcaba en su mejilla izquierda, decir que quedé impresionada, alucinada, asombrada y …. encantada, era quedarse corto… ese mínimo gesto produjo un cierto corto circuito en mi sistema, quizás por el hecho de nunca antes haberlo visto sonreír, o al menos no para mi, y debía decir que era un cambio agradable…
Pasar de las miradas asesinas a aquella sonrisa… me encontré pensando que gustosa correría otras mil carreras con tal de ver a Li sonreírme así de nuevo…
Esperen. ¿Dije sonreir…me?
- ¡Lo he grabado todo!
El grito y el posterior abrazo de Tomoyo en que por cierto ambas caímos a piso rompió todo el momento, de pronto me encontraba rodeada de muchos de mi clase felicitándome por mi estupenda manera de correr, sólo podía agradecer mientras en el mar de gente tratar de vislumbrar unos cabellos castaños, aunque sin éxito.
Luego de ducharme y abrigarme bien, fui de los camarines rumbo a la salida, por suerte Gimnasia era le última asignatura del día. Tomoyo no había parado de chillar emocionadísima lo perfecto que había grabado todo, incluso se ofreció a editar el video y ponerle música… ni siquiera mi cara de horror la detuvo ante la decisión de hacer semejante video… por suerte luego de la clase Tomoyo tenía que quedarse a ensayar con el coro, lo cierto es que ya me encontraba un poco abrumada por las felicitaciones de haber sido ganadora, tampoco lo había hecho por la gloria personal, más que nada todo había sido para librarme de Meiling Li, y al parecer lo había logrado.
- Kinomoto…
Di un salto del susto y por poco caigo de bruces si no fuese porque el mismo dueño de aquella voz tomó mi brazo justo a tiempo.
- ¿Pretendes matarme del susto?- pregunté posando mi mano izquierda en mi pecho, como asegurándome que mi corazón aún seguía ahí.
Le vi alzar una ceja, un gesto tan típico de Li.
- Quizás…- respondió con una sonrisa burlona, que por cierto no me terminó por exasperar.
- Bien… ¿Qué deseas?- pregunté.
- ¿Nos juntamos hoy en tu casa?
- ¿Eh?
¿Por qué Li quería juntarse conmigo en mi casa?
- Para el trabajo de Literatura, Kinomoto…- explicó rodando los ojos.
Me sonrojé por mi despistada actitud y sobre todo porque pareció leer mis disparatados pensamientos, es decir… no es como si Li pretendiese juntarse conmigo para algo extra que no sean deberes…
- Oh… vale… sí.
- ¿Tu hermano estará?- preguntó sin rodeos. Ya luego de un mes de trabajar juntos podía decir sin reparos que ambos se llevaban como el perro y el gato, Touya no dejaba de llamarlo mocoso y el ceño de Li nunca había estado tan fruncido como cuando miraba a mi hermano.
- No…
- Perfecto, ¿entonces en tu casa en dos horas más? Tengo práctica ahora…
Miré su atuendo deportivo.
- Vale…
- Corres bien…- dijo de pronto.
Lo miré sorprendida.
- Sabía que Meiling no tenía oportunidad contigo en esa carrera…
¿Eso era un halago? De todas formas me sonrojé.
- Gracias…
Se encogió de hombros mientras se acomodaba una venda en la muñeca.
- Aunque aún te falta perfeccionar, eres rápida pero no lo suficiente,casi corres como un chico…
Demoré tres segundos en asimilar lo filosas que fueron esas últimas palabras. ¿Por qué luego de decir algo agradable tenía que arruinarlo todo con esa última frase? Apreté los puños y lo miré desafiante, sin embargo no pude replicar nada porque Li ya se marchaba, a unos metros se volteó hacia mi que continuaba mirándolo furibunda.
¿Fue alucinación mía o Li volvió a sonreír por segunda vez en el día?
Re: Tres mil millones de latidos.
Tres mil millones de latidos. Capitulo nº 8
- Spoiler:
- CAPITULO Nº 8
- ¿Te ocurre algo?
Me sonrojé mientras negaba con la cabeza, no quitaba los ojos del diccionario, por temor a que mi sonrojo se intensificara al enfrentarme a él, porque si de algo estaba segura era de la increíble y potente mirada de Syaoran Li; llámenme exagerada, pero ahora que había descubierto que sus ojos fijos sobre mi sin su ceño fruncido de por medio eran más letales para mi sistema nervioso que cualquier otra cosa, me encontraba frecuentemente evitando aquel encuentro.
- Andas extraña…- continuó diciendo él.
Oh, sí, quizás porque he descubierto que no puedo mirarte directamente.
- Uhm…
En serio, deberían premiarme por mi elocuencia.
- Kinomoto…
Sentí cómo Li dejó su lápiz sobre la superficie de la mesa de mi comedor, no había que ser adivina para saber que había dejado de trabajar y me miraba directamente esperando una respuesta que fuese más completa que mis onomatopeyas habituales.
- ¿Sí?- alcé la vista un poquito, traté de mirar sus cejas, más no sus ojos, ¿qué tan ridícula podía llegar a ser?
- ¿Me dirás que te ocurre? ¿Es por Meiling? ¿Te ha amenazado o algo?
Abrí los ojos y negué con la cabeza rápidamente, nada de eso había pasado, aunque… ¿Era capaz de llegar a eso la… prima de Syaoran Li?
- ¿Entonces?
¿Cómo se suponía que iba a decirle que ahora me sentía… nerviosa al estar con él? Ni siquiera yo podía explicarlo muy bien, de todas formas él seguía siendo un pesado, quizás ya no habían miradas ceñudas de por medio pero continuaba siendo Li, después de todo no pasaban más de quince minutos sin que discutiésemos por algo.
- No me pasa nada…
Arrugó el ceño y me asusté un poco, ese gesto nunca era buena señal viniendo de él. Claramente no me creía, pero tampoco iba a decirle qué era lo que me pasaba si ni siquiera yo estaba segura de aquello. Y apenas nos quedaban 9 días (sí, los había contado) para seguir siendo compañeros en el trabajo de Literatura, desde que había llegado la chica Li a Tomoeda, siempre nos reuníamos o en mi casa o en la escuela, pero yo ya no volví a pisar la casa de Li, supuse que era otra de sus tácticas para mantenerse lejos de su prima.
Y ese era otro punto de incógnita… todos sabíamos que Meiling y Syaoran eran parientes, Meiling decía que eran primos, pero yo misma había escuchado a Li negar escandalosamente esa afirmación, ¿entonces qué eran? No me atrevía a preguntarle directamente a Li porque… bueno, porque básicamente tenía miedo de retroceder todo lo que había avanzado con él, es decir, su ceño fruncido (al menos hacia mi) ya casi no existía, y lo había visto sonreír ya dos veces, y no cualquier sonrisa, una donde sus perfectos dientes relucieron y un tierno hoyuelo en su mejilla hizo aparición…
- Kinomoto…
Me sobresalté y él volvió a mirarme burlón.
- ¿Es tan común en ti eso de perderte en tus pensamientos e ignorar al resto?
Me sonrojé.
- Supongo…
- Te decía que ya hemos terminado por hoy…
- ¿Ah si?
- Sí…
Me miró, lo miré.
- ¿Entonces qué? – pregunté.
Se encogió de hombros luciendo desinteresado.
- Podríamos ir a beber un café o…
Estoy segura que mi mandíbula se fue a piso. ¿Syaoran Li me estaba invitando a hacer algo extra a los deberes? Le vi observarme y una mueca incómoda se posó en su rostro.
- ¿Hablas en serio?- no pude evitar abrir la boca para interrumpirlo.
- ¿Acaso alguna vez no lo he hecho?- replicó.
- ¿Me estás invitando a…
- No te emociones, Kinomoto… esta no es una cita…- por la forma en que lo dijo me quedó claro lo que pensaba, y reconozco que algo muuuuy dentro de mi pareció desinflarse un poco, aunque no es como si la idea de una cita con Li me hiciese ilusión, era simplemente que… bueno… no era de las chicas que recibían invitaciones a salir… ya saben, citas; Tomoyo recibía al menos una cada dos semanas de algún chico que la invitaba al cine, a beber jugos, al parque… ¿y yo? nada… y bueno…
- Ya se que no es una cita.- dije saliendo de mis pensamientos con rapidez y tratando de sonar convincente, no supe si lo convencí.- es sólo que me extraña que precisamente tú sugieras que…
- Me has ayudado con lo de Meiling…- dijo él.
- Si, pero…
- Podrías no haberlo hecho…- continuó.
Me encogí de hombros, quizás tenía razón, aunque de eso último no estaba tan segura, no se me olvidaba que Li me había chantajeado de por medio, ese había sido un golpe bajo.
- No lo hice para obtener algo a cambio.- contesté con seguridad.
- Lo sé…
"Lo sé". Siempre los "lo sé" de Li lograban perturbarme, como si supiera tantas cosas de mi ¿por qué?, ¿tan obvia era? Parecía que él sabía todo sobre mi ¿y qué hay de él? Sin dudas Syaoran Li era el sujeto más difícil de entender del planeta, tenía cambios de humor y carácter con los que jamás podía lidiar, nunca podía saber nada respecto a él porque lo cierto es que era un gran misterio…
- ¿Vamos?
No supe cómo, pero veinte minutos más tardes me encontraba sentada en una mesa junto a la ventana, bebiendo mi capuccino frente a un relajado Li… ¿Alguien más entendía eso? Porque definitivamente yo no, me parecía que en cualquier momento el despertador sonaría y aparecería Touya llamándome "monstruo" para enterarme que todo fue parte de un sueño. Pero el café se acabó, Li pagó por los dos y ahí me encontraba, en la mitad de la vereda luego de haber tenido una… salida con él.
- Gracias…- dije mirando hacia cualquier lado menos a él.
No escuché réplica de su parte, aunque tampoco la esperaba, me daba cuenta que Li nunca parecía muy a gusto cuando la gente le agradecía cosas.
- Eres distinta a cómo pensaba, Kinomoto…- dijo de pronto él sorprendiéndome a tal punto que volteé a mirarlo, sus ojos ámbar volvieron a encontrarse con los míos.
- ¿Dinstinta cómo?- me atreví a preguntar. Por alguna razón algo en la mitad de mi abdomen parecía retorcerse a la espera de sus palabras.
- No lo se… sólo distinta… no eres tan… odiosa como yo pensaba.
¿Eso era un halago?
- Oh… vaya…- no supe que decir, después de todo Li me estaba llamando "odiosa" en mi propia cara.- tú tampoco lo eres…- me atreví a replicar, pareció divertido por mi contestación y me crucé de brazos ante su mirada burlona.
- Claro que no…
Nos quedamos parados en silencio, observándonos, no sabía que hacer o decir y francamente deseaba que dejase de mirarme tan fijamente.
- ¿Crees que podamos… ya sabes…- me aclaré la garganta y por segundos él pareció turbado por lo que yo iba a decir.- ser… amigos?
Le vi entrecerrar los ojos apenas un microsegundo antes de volver a tomar una pose relajada, aunque fui yo en ese instante la que se tensó, ¿en qué estaba pensando al preguntarle eso a Li? Lo más probable es que me mandase al mismísimo infierno con aquella pregunta, es decir… ¿yo, amiga de él?
Pero todo pensamiento coherente se borró cuando le vi sonreír por tercera vez en todo el tiempo que llevábamos de compañeros de banco.
- Reconozco que eres divertida cuando quieres, Kinomoto…
¿Y eso qué se supone que significaba? Pero entonces su sonrisa auténtica cambió por una burlona a una pose algo temible que me dejó más petrificada aún ¿Y ahora qué significaba eso?
- ¿No te estas enamorando de mi o sí, Kinomoto?
La pregunta lo hizo con tal mueca de… horror y enfado que incluso me sentí más pequeña que lo que comúnmente me sentía estando junto a él.
- ¿Qué? ¡No!- chillé mientras sentía mi rostro sonrojar- ¡Jamás! – apreté los puños de puro coraje, sumando que no me había esperado para nada ese tipo de pregunta directa de parte de él.- Yo, no… ¿cómo crees?- pregunté aún roja.- a mi no me gustas…- añadí, él aún parecía algo escéptico y la mueca de horror aún no se borraba por completo.- hablo en serio... me gusta otro chico…
Silencio.
Deseaba huir de ahí y esconder mi cabeza en un agujero. ¿Por qué se le tenía que ocurrir preguntarme semejante estupidez? ¿Yo, enamorada de él? Eso jamás pasaría, y eso era fácil de saber, éramos demasiado opuestos, además a mi me gustaba Yukito, mi amor platónico desde sexto grado, y eso no cambiaría.
- ¿Quién?
Enrojecí.
- ¡No te lo diré! Debería bastarte con saber que no eres tú…
- Bien…
Pareció realmente relajado con eso, ¿en serio tanto le molestaba que una chica anduviese tras él? volví a repasar mentalmente todas las historias que rondaban en torno a Syaoran Li, ¿sería cierto que estaba comprometido a una chica desde su nacimiento?
- ¿En qué piensas?
- En que eres extraño…
Si hay algo que he olvidado mencionar es que por alguna razón Li parecía haber encontrado mi talón de Aquiles con absoluta facilidad: eso de responder con total sinceridad cuando me preguntan cosas en momentos que me encuentro perdida en mis pensamientos, exactamente como el momento que acababa de pasar.
Aquel descubrimiento por parte de él me había puesto en más aprietos que nunca, tomando en cuenta que casi siempre terminaba diciendo cosas que realmente no quería decir, dejando a un Li generalmente con la ceja alzada y mirada incrédula.
- ¿En serio te gusta otro chico?
Ahora parecía impresionado. ¿Y eso por qué? En serio a veces deseaba ser mejor en eso de leer mentes, Tomoyo era muy buena en eso, lamentablemente yo no.
- Si…- respondí algo dubitativa. Vi la sonrisa algo socarrona en él.
- ¿Has tenido novio alguna vez, Kinomoto?
Abrí y cerré la boca como un pez fuera del agua, ¿en qué minuto la conversación había desviado hacia mi vida sentimental? Mas bien a mi no vida sentimental…
- ¡Eso no te incumbe!- chillé.
- Eso lo tomo como un no…
Su sonrisa de suficiencia acompañada de una fija mirada hicieron estragos en mi interior, no sabía si era paranoia mía pero vi un brillo malicioso en los ojos de Li al observarme.
- ¿Has dado un beso alguna vez, Kinomoto?
A ese punto no pude aguantarlo más, Li se estaba pasando, sentí mis mejillas enrojecer de pura rabia, apreté los puños tratando de controlarme y así no tener el impulso de golpearlo.
- ¡No tienes derecho a burlarte de mi!
- Es una simple pregunta…
¿Desde cuando se tomaba tantas confianzas conmigo? Por segundos casi preferí volver a ver al Li ceñudo y parco. Sus constantes cambios de humor me desconcertaban demasiado, y sin dudas este nuevo cambio no me agradaba para nada.
El duelo de miradas no se acababa, lo peor de todo es que yo estaba apunto de perder los estribos y él se mantenía tan… tan… ¡tan exasperante como siempre!
- Eso también lo tomaré como un no.- se respondió solo.
Abrí la boca y arrugué el ceño totalmente enfadada.
- Eso no te importa, y para que sepas sí se besar.
- Que sepas no quiere decir que hayas dado uno.
- No necesito estar teniendo esta plática contigo…
Me volteé rápidamente, aunque no alcancé a dar ni dos pasos cuando unas fuertes manos me sujetaron levemente de la cintura reteniéndome.
- Lo siento… no quería que te enfadaras tanto, Kinomoto.
Hice un mohín y me negué a mirarlo directamente, estaba por completo segura que mi pose no intimidaba a nadie, aún así la mantuve: brazos cruzados, ceño fruncido y observando cualquier punto menos a él.
- Sólo tenía curiosidad…- explicó.
No dije nada.
- Entonces… ¿es cierto que no has besado nunca a nadie?
Alcé la cabeza en señal altiva aún sin mirarlo, no sacaba nada con mentir porque era una pésima mentirosa, además no había que ser demasiado listo para sacar conclusiones respecto a mi no experiencia, en todos los años que llevaba en la escuela ni siquiera un chico se me había acercado con intenciones de "algo", supuse que eso muchos lo sabían.
Volteé levemente la cabeza y por poco me caigo de espaldas de la impresión, el rostro de Li se encontraba a escasa distancia del mío, sus ojos más cerca que nunca, brillantes, potentes y que por un microsegundo me dejaron sin aliento, en movimiento reflejo retrocedí y de paso le di un empujón a él golpeando levemente su nariz, le escuché maldecir mientras se alejaba sobándose la zona que yo sin querer le había golpeado.
- ¡Así nunca lograrás que te bese nadie!
Enrojecí. ¿Qué acaso Li pretendía besarme? Sentí la sangre acudir a mis mejillas de manera rápida antes de quedarme de piedra por sus palabras.
- No pretendía besarte, Kinomoto, sólo estaba probando algo.- se explicó mientras movía su nariz al hablar como para comprobar que continuaba en su sitio.
- ¡No vuelvas a hacerlo! – dije finalmente cuando parecía que recuperaba la capacidad de hablar.- No vuelvas a acercarte así…
Rodó los ojos.
- Tampoco pensaba hacerlo de nuevo… me quedó claro que golpeas como un chico.
- ¡Yo no golpeo como chico!
- Tienes razón, golpeas como chica que le gustaría ser chico.
- ¡Eres un… un … un odioso! ¡No te soporto!- grité en la mitad de la calle.
Esta vez me eché a correr por si a Li se le ocurría retenerme de nuevo. Corrí a todo lo que daban mis piernas y no me detuve hasta entrar a casa. Sólo entonces me detuve, mis mejillas ardiendo por el esfuerzo y mi corazón desbocado, no podía entender qué es lo que acababa de pasar hacía pocos minutos, ¿Por qué había parecido como si Li hubiese querido besarme? Casi instintivamente llevé mis manos a mis labios… gemí sintiéndome totalmente idiota, en ese instante Li tenía la constatación que nunca había besado a ningún chico, con 16 años no había dado aún mi primer beso… ¿Algo más vergonzoso que aquello? ¿Había algo peor que saber que Li tenía un buen chisme para chantajearme? ¿Y qué demonios quería probar acercándose de esa manera?
Sonreí levemente al recordar como lo había golpeado, merecido se lo tenía por ser un patán. Me debatí todo el resto de la tarde en si llamar a Tomoyo para contarle o no, finalmente decidí que esperaría a reunirme con ella para relatarle todo. Esa noche me costó un mundo conciliar el sueño, después de todo el encuentro con Li me había quedado dando vueltas durante todo el resto del día; vino a mi mente el recuerdo de su rostro cerca del mío, me sonrojé de solo rememorar aquello, a pesar que todo había sido muy rápido, había podido apreciar con detalle sus ojos y facciones… y no podía negarlo: era atractivo… un patán, mentecato, odioso, huraño, parco, idiota, estúpido, malo, pero… atractivo.
Me tapé el rostro con la almohada mientras bufaba cansinamente.
- ¿Por qué demonios tuve que ser la compañera de asiento de Syaoran Li?
Re: Tres mil millones de latidos.
esta de mas tu fanfic eres una muy buena escritora
naruto cc- Mago - Fye
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Re: Tres mil millones de latidos.
Como dije este fanick no es mio es de un amigo el se llama walter yo solo se los dejo por que me encanto y quiero que ustedes también lo lean
Tres mil millones de latidos. Capitulo nº 9
Tres mil millones de latidos. Capitulo nº 9
- Spoiler:
- MOSHI MOSHI.
BUENO MIS QUERIDOS LECTORES, LLEGAMOS AL POV DE SAHORAN.. OSEA EN ESTE CAPITULO Y OTROS VEREMOS LA HISTORIA EN LA PERSPECTIVA DE SHAORAN...
SIN NADA MAS QUE DECIR
SALUDA ATTE. WALTER-SAMA
CAPITULO Nº 9
POV Syaoran Li.
- Suéltala.
Lo miré alzando una ceja.
- No se de qué hablas…
Eriol rodó los ojos y me lanzó un cojín directamente a la cabeza, que con mis rápidos reflejos pude esquivar.
- Que te traes con Kinomoto…
No pude evitar reírme, el muy cabrón lo había notado, bueno, aunque Kinomoto tampoco es como si estuviese siendo muy sutil, desde la semana pasada que evitaba mirarme y se sonrojaba y saltaba cada vez que yo le hablaba.
- ¿Otra más que cayó ante el gran Li?- preguntó burlón.
Volví a reír mientras negaba con la cabeza.
- No jodas, Eriol.
- ¿Entonces qué? Porque no me vas a negar que algo se traen ustedes dos, incluso Ryu lo notó.
Que alguien tan jodidamente despistado y volátil como Ryu lo notase es porque era notorio, mucho...
- Kinomoto no esta colada por mi si es lo que preguntas…- alzó una ceja incrédulo- Te lo digo… le hice una prueba incluso para comprobarlo.
- ¿Una prueba?
Alejé mi vista del ordenador para observarlo detenidamente, me miraba con una mueca burlona en el rostro.
- Hice como si fuese a besarla…
Eriol me miró sorprendido antes de largarse a reír.
- ¿Y?- preguntó finalmente.- ¿Te ha besado?
- Me golpeó.- reconocí, no tenía problemas en confesarle eso a él, después de todo era mi mejor amigo.
- ¿Te golpeó? ¿Una tía te ha golpeado?- volvió a reírse más fuerte, comenzaba a cabrearme, Eriol tenía un temperamento jodidamente burlón, además de ser un real cabrón por naturaleza, aunque eso sólo lo sabíamos quienes éramos más cercanos a él, en la escuela continuaba manteniendo su facha de principito, lo cual por cierto mosqueaba un poco, aunque no tenía problemas con ello, si quería que en la escuela las chicas lo acosaran creyéndolo un príncipe azul, bien por él.
- Sí.
- ¿Y pensabas besarla en serio?
El que lanzó el cojín en dirección a su cabeza esta vez fui yo.
- ¿Estas de joda o qué? Hablamos de Kinomoto.
Eriol rodó los ojos.
- ¿Y eso qué?
- ¿La has visto? Hasta tú eres más femenino que ella.
- No me vas a negar que tiene lo suyo…- comentó ajeno a mi pequeña broma.
Hice una mueca pensativa.
- ¡Oh vamos!- dijo él mientras se levantaba de su cama para acercarse hasta el escritorio donde me encontraba y teclear algo en el ordenador.- Es delgada, atlética y tiene buenas tetas… la he visto… en realidad no le había prestado atención a Kinomoto hasta que tú empezaste a hablarme de ella, pero sí, tiene buenas tetas…
Rodé los ojos. ¿Por qué Eriol tenía que ser tan básico siempre?
- Vale, no lo niego.- acepté.- Pero eso no quita que a veces sea tan alterante como una niña de doce años.
- Quizás no la has sabido tratar.
- ¿Pareciera como si quisiese "tratarla"?- pregunté?- en serio Eriol, además yo no me meto con… novatas.
Y era cierto, después de haber estado un verano frecuentando a un par de chicas universitarias de Tokio ¿por qué retroceder a fijarme en chicas de instituto? era ridículo, y menos aún si la chica en cuestión ni siquiera había dado un beso en su vida.
- Te recuerdo que no visitarás camas universitarias hasta las vacaciones, ¿te declararás en sequía hasta entonces o qué?
Hice una mueca, Eriol tenía un punto a favor.
- Quizás viaje pronto a Tokio.
- Oh vamos, un viaje para un polvo, cuando puedes tenerlo con chicas a dos cuadras de tu casa.
- Comenzará a preocuparme tu fijación por mi vida sexual, Eriol.
El aludido se echó a reír mientras me golpeaba.
- ¡Eh, cuidado! Ya tuve suficiente con el golpe en la nariz que me dio Kinomoto.
- ¿Te golpeó la nariz? ¡Wow! Esa chica si que es un caso…- comentó Eriol- ¿En serio no te interesa ni un poco Kinomoto? Reconoce que la has tenido tomada con esa tía desde tu primer día en la escuela, no lo niegues.
Lo miré como si tuviese tres cabezas y negué en silencio, no me apetecía reconocerle finalmente a Eriol que Sakura Kinomoto había estado en mi radar desde mis diez años, aun cuando él lo afirmaba yo siempre me negaba a aceptarlo, ¿cómo decirle que había algo en esa mirada que me hacía poner… molesto? Bueno, eso me había pasado cuando la vi en cuarto grado, claro que me había olvidado de aquello, hasta que volvimos a ser compañeros de asiento, aunque… ya no me ocurría… ya saben, eso de mirarla y sentirme incómodo y enojado, lo cual era bueno.
- Es torpe, no es capaz de seguir una conversación sin perderse en sus pensamientos, es bruta, y…- de pronto no me parecía buena idea decirle a Eriol mi último argumento, no es que sintiese lealtad hacia Kinomoto pero el hecho de contar que nunca en su vida había dado un beso no me parecía… apropiado.
- ¿Y…?
Vacilé.
- Es todo lo opuesto a mis gustos en chicas y lo sabes…- mi amigo asintió.
- Eso es verdad… aunque la chica te ayudó con lo de Meiling, y te ha soportado casi dos meses sin llorar…
Hice una mueca al escuchar el nombre de mi prima, Meiling era un dolor de cabeza que tampoco me apetecía recordar en esos momentos.
- Lo se, no estoy diciendo que sea una mala chica, de hecho ella en cierta forma me…agrada… sólo que no es mi tipo… la veo más como una… ¿amiga?
Me miró incrédulo y entendí por qué, es decir, ¿yo? ¿yo amigo de una chica? Y no es como si yo fuese un Don Juan, cabrón con las mujeres, de hecho ni siquiera me gustaba ser de los que cada salida, nueva chica y nueva cama, vamos que con 16 años tampoco era un jodido promiscuo enfermo de sexo, el punto era otro, lo cierto es que no tenía problemas en reconocerme algo misógino… es decir, luego de tener cuatro hermanas, una madre y unas primas jodidamente cabezotas mis pensamientos sobre las mujeres estaban bastante determinados: la mayor parte del tiempo eran una molestia.
- Más bien como un amigo.- puntualizó Eriol la "o" final con una sonrisa burlona y un tonito que me hizo reír.
- Como un amigo.- corroboré.
- Un amigo con buenas tetas y unas piernas de muerte.
Alcé la ceja.
- ¿Qué acaso piensas tirarle el lazo a Kinomoto?- pregunté incrédulo.- Desde ya te digo que no lo hagas.
- ¿Y eso por qué?- preguntó Eriol volviendo a echarse en su cama, por alguna razón no me parecía buena idea que mi mejor amigo pusiese sus garras sobre mi compañera de asiento, aunque no tenía una razón concreta para ello.
- ¿Qué no se supone que su mejor amiga esta colada por ti desde hace siglos?
Felicité a mi mente por encontrar una buena razón. Eriol me miró meditando mis palabras.
- Daidouji… sí, es cierto.
- ¿Alguna vez le hablarás a esa chica, Eriol? Sabes que besa el piso por donde caminas- dije sonriendo burlón.
Desde hacía siglos que sabíamos que la chica de cabello negro moría por mi mejor amigo, y extrañamente Eriol pasaba de ella completamente, y la razón de ello era lo más extraño de todo: Eriol no quería herirla, lo cual sonaba cursi y patético pero él defendía su posición.
- Te lo he dicho, no le daré ilusiones…
- No has tenido problemas en quebrar muchas otras ilusiones- repliqué.
- Todas ellas estaban encaprichadas conmigo, no enamoradas…- dijo él algo molesto.
- ¿Y como sabes que Daidouji no esta encaprichada?
Eriol apuntó su sien en una pose de chico listo.
- Intuición de macho semental.
- ¿Entonces no eres tan cabrón como creo que eres?- pregunté burlón.
Nos largamos a reír ambos.
- El cabrón eres tú, Li.- dijo él aventándome otro cojín.- ¿Quién es el que tiene mala fama en la escuela? ¿Quién es el que deja llorando a las niñas con regalos? ¿Quién es el que esta comprometido desde su nacimiento?- dijo con voz excesivamente dramática, me acerqué a la cama y pateé levemente su pierna, se quejó pero continuó burlándose.
- Ya, cállate, odio que me recuerdes esas mierdas.
Lo cierto es que entre el acoso de algunas chicas de la escuela y los estúpidos rumores que creaban sobre mi, me cabreaba bastante el tema, no había nada más odioso que una niña "enamorada" de mi, lo que no podía entender cómo es que se declaraban enamoradas de mi si ni siquiera me conocían, todo eso era realmente molesto, por eso me las ingeniaba para ser lo más pesado posible con todas, era un desastre ir a mi casillero para encontrarme con cartitas y declaraciones, no necesitaba de toda esa mierda, además hacía bastante tiempo que me había prometido no meterme nunca con chicas de mi misma escuela, no me interesaban las relaciones serias, lo mío era más… pasajero… y estar viendo todos los días a la chica del "desliz" no era algo apetecible. "El cazador no caza en su propio patio, sale al bosque", esa era mi filosofía y hasta el momento iba de maravillas, nada de chicas de mi mismo instituto y de preferencia nada de niñatas chillonas.
- La gente es muy ingeniosa…- dijo entre risas él.- De todas formas con lo del compromiso no estaban tan lejanos de la verdad, ¿no? Es decir… estuviste comprometido con tu prima… ¿Qué tan retorcido es eso? Aunque tu prima esta buena, debo decirlo.
Gruñí. Eriol era un coñazo cuando quería.
- Que no es mi prima… al menos no de manera directa.
- Eso da igual.
- No.
- Bueno, de todas formas fue tu prometida.- se burló.- ¿Nunca te tentó darle un beso si quiera?- preguntó aún en el mismo tono.
¿Cómo es que semejante cabrón era mi mejor amigo?
Volví a patearlo.
- Meiling es como una hermana,- dije con disgusto- aunque aún no logro hacerla entender eso.
- Entre Kinomoto y tu prima tu vida va a cuestas en lo interesante…
- Te digo que no…- repuse obtuso.
- No me niegues que en cierta forma te agrada la compañía de Sakura Kinomoto.- repuso Eriol en su típica terquedad. Me encogí de hombros.- ¡Oh, vamos! Jamás habías pasado tanto tiempo con una chica…
- Somos compañeros de Literatura.
- ¿Y? Hasta el minuto no he visto que la hayas dejado llorando como lo hacen todas las chicas que se tratan de acercar mucho a ti…
- Eso es porque Kinomoto es cabezotas e ingenua.
- Y te agrada eso…
Hice un gesto pensativo.
- Quizás sí… me agrada, me gusta que no sea odiosa con el tema de querer insinuarse o cosas así.
- Me harás pensar que te estas poniendo gay…
- Jódete, Eriol.
Luego de un par de patadas de mi parte y más burlas de mi supuesto mejor amigo opté por marcharme a casa, de todas formas Meiling aún no se hacía de amigas en la escuela (no me extrañaba con lo pesada y mandona que era) y se pasaba casi todo el día sola, no me apetecía que llamase a Hong Kong quejándose que no la trataba bien, de todas formas era familia, y no podía ser descortés con ella, imaginé que una buena opción era invitarla a cenar algo por algún restaurante del centro, Meiling disfrutaba de esas cosas.
Pero apenas llegué a casa me extrañé del súbito silencio, desde que Meiling se había ido a vivir conmigo su odiosa música pop sonaba a todo dar desde los parlantes de su pieza y su voz entonando la letra de las canciones sin ningún tipo de discreción era la tónica de todos los días, razón por la cual me encargaba de pasar el menor tiempo posible en casa, ya era suficientemente estresante tenerla como lapa sobre mi en la escuela como para tenerla así además el resto del día. Los trabajos con Kinomoto en su casa; las juntas con mis amigos en casa de Eriol, los momentos libres en cualquier lugar menos en casa, estaba bastante cabreado por eso, lo cierto es que antes de la llegada de ella me gustaba tener mi propio espacio y el poder estar solo, pero tenía que llegar ella a alborotarlo todo, y para variar auto invitándose a vivir conmigo…
Todo era una maquinación de mi madre, lo sabía, y eso me mosqueaba más, después de deshacerse de mi recluyéndome a la fuerza en un… pueblito como Tomoeda, ahora pretendía hacer de madre preocupada enviándome nada más y nada menos que a mi ex prometida, sí… hasta el año anterior Meiling y yo aún éramos prometidos, por suerte para mi, luego de años, mi madre había entendido lo ridícula que estaba siendo al comprometerme con mi prima (o al menos eso quería creer) y había deshecho el compromiso… aunque ahora todo eso me olía a maquinaciones extrañas… la llegada de Meiling no era simple casualidad…
- ¡Xiao Lang!
Me volteé mientras tomaba un vaso de agua en la cocina y por supuesto mi prima Meiling se encontraba ahí, dos segundos y ya la tenía abrazándome como posesa.
- Mei… Ling… me … ahogas…
Se separó de mi articulando una de esas enormes sonrisas tan típicas en ella, esa sonrisa que conseguía muchas cosas con todos, menos conmigo, por suerte…
- ¿Dónde andabas?- pregunté.
Cruzó las manos frente a su pecho y me miró queriendo parecer inocente.
- En la escuela…
Arrugué el ceño, eran casi las ocho de la noche.
- ¿Haciendo qué?- pregunté mientras me volteaba hacia uno de los estantes y sacaba una caja de cereal.
- Me he metido en el grupo de porristas…
Hice una mueca, aún de espaldas a ella. Lo que me faltaba, tener a Meiling además gritando en los partidos de basquetbol, de pronto las ganas de invitarla a cenar se desvanecían con la misma rapidez que el cereal que en esos instantes masticaba.
- Podremos volver juntos a la escuela después de los entrenamientos de ambos…
Ahora si que las ganas se habían reducido a cero.
Sí, esa noche cenamos en casa… Estaba por acostarme cuando decidí conectarme al ordenador un momento, de todas formas no tenía sueño aún, me conecté al chat a través de mi mail y sonreí al ver el nick de Kinomoto en mi lista de conectados, desde que fuimos a tomar café no me había hablado ni una sola vez, quedaban apenas tres días para entregar el trabajo final de Literatura y al parecer su enfado conmigo era tanto que prefería sacarse un cero en la última entrega antes de hablarme, eso me causaba gracia, sólo confirmaba lo cabezotas y aniñada que podía llegar a ser.
Hice click y abrí su ventana, titubeé antes de decidir qué ponerle, después de todo finalmente estaba cediendo yo al hablarle, además su actitud era injustificada, no había sido nada tan grave lo que me había atrevido a preguntarle, además si hubiese querido evitarme me hubiese bloqueado ¿no? y la había visto conectada todos los días… estaba claro que su actitud era sólo pasajera.
Li dice:
*Kinomoto…
Cinco minutos y la muy… la niñata no se dignó a responder, rodé los ojos impaciente, miré su ventana unos segundos, la foto de su avatar mostraba una flor de maravilla sobre una superficie negra, nada de fotos de ella. Sin dudas era una chica extraña, de partida parecía en serio que no mostraba ningún interés por mi, y no es que lo disfrutase pero prácticamente estaba acostumbrado a que el sexo opuesto al menos se mostrase un poco perturbado por mi presencia, ¿pero Kinomoto? Nada… incluso se daba el lujo de golpearme, cuando lo normal hubiese sido que nos besáramos ¿no? Bueno… no es como si yo hubiese querido besarla… era sólo una prueba… sin embargo sus ojos verdes me miraron sorprendidos, luego avergonzados y luego furiosos, nunca vi nada de interés por mi acercamiento…
Quizás después de todo ella si que no estaba interesada en mi… eso era nuevo e… interesante. Recordé las palabras de Eriol en relación a ella… analizando había que reconocer que… en efecto Kinomoto tenía un buen cuerpo; quizás a simple vista no se notaba, pero sí… cintura estrecha, lo supe al tomarla entre mis brazos la otra vez para que no huyera; piernas largas, bastaba verla correr para darse cuenta; y… bueno… sí, tenía unas buenas tetas, eso también lo había notado al sentarme junto a ella… además estaban sus ojos, sí, sus ojos… tenían un color jodidamente magnético, un verde potente, cristalino, extraño… y su pequeña nariz…
Vale, Kinomoto estaba buena, al menos físicamente, pero había que detenerse para admirarla, me pregunté por qué si era así de … buena, podía ser tan… impopular con los chicos; la respuesta llegó rápida a mi cabeza: Daidouji, su mejor se llevaba generalmente todas las miradas, la cosa era simple y básica, la mayoría desviaban al atractivo más obvio que correspondía sin dudas a la morena, ¿y Kinomoto? en segundo plano…
Y no había dado un beso en su vida… esa constatación me llenó de cierta sensación que no supe entender. Mis pensamientos se vieron interrumpidos por el aviso que Kinomoto se había desconectado, me hizo reír, era una niñata odiosa pero me agradaba… de hecho si lo analizaba fríamente, Kinomoto no estaba para nada mal… era bruta, despistada, aniñada la mayor parte del tiempo, poco femenina y muy mala para cumplir horarios; pero tenía puntos a favor, era muy buena en deportes, la había visto muchas veces ser la única de todas las chicas de la clase ser capaz de dar las diez vueltas trotando a la cancha de futbol, corría como el demonio… y que una chica fuese buena deportista y atlética siempre era un plus… además leía bastante, eso me había sorprendido, que alguien tan volátil y despistada como ella supiese tanto de libros confieso que me impresionó, me percaté de ello desde el primer día que comenzamos a trabajar, y por último… Kinomoto era auténtica y un libro abierto, al menos para mi… era tan jodidamente ingenua que no temía decir y mostrarse tal cual era, un arma de doble filo para cualquiera pero en ella yo lo veía como un punto a favor… es decir, de todas las chicas que conocía, retorcidas como Meiling, mentirosas como mis hermanas y maquiavélicas como mi madre, mi compañera de banco sin dudas se salía de la regla al ser excepcionalmente transparente en su forma de ser.
Sí, definitivamente Kinomoto no estaba mal.
Aunque no era mi tipo… no…
No había manera…
Re: Tres mil millones de latidos.
Tres mil millones de latidos. Capitulo nº 10
- Spoiler:
- CAPITULO Nº 10
Sakura POV
Se había terminado.
Al fin.
El trabajo de Literatura acababa de ser entregado y se terminaba todo... oficialmente dejaba de estar obligada de ver a Li en otro lugar que no fuese la escuela, y eso era… eso taba bien ¿no? es decir… ¡Al fin estaba libre de él! ¡No más juntas en su casa o en mi casa! ¡No más "Kinomoto, esto", "Kinomoto, lo otro", ¡No más!
Era genial ¿no?
¿Cierto?
Ya no podía negarlo, mi sistema nervioso sufría serios colapsos cada vez que entablaba una conversación con él, y estuve apunto de sucumbir de un infarto cuando lo vi aparecer por mi casa el sábado alegando que quedaban dos días para terminar el trabajo y él no haría el trabajo por mi. Por suerte Touya estaba en Tokio, por lo que la visita de cinco horas de Li en el comedor de mi casa no tuvo grandes interrupciones más que las de mi padre ofreciéndole cenar con nosotros, propuesta que extrañamente él acepto sin ningún ceño fruncido de por medio.
- Bien… ahora sólo queda esperar nuestra nota máxima…
Me sobresalté un poco al oírle, aún no estaba acostumbrada a eso que me hablase en todo momento, ¿no era apenas hacía unas semanas cuando me ignoraba completamente y me dirigía sólo palabras odiosas? Este nuevo cambio de actitud era extraño, pero no podía decir que me desagradara, de todas formas no tenía problemas en reconocer que ahora que Li me trataba como persona y no como parte del mobiliario, las clases eran un poco menos monótonas; él seguía siendo un pesado, odioso, pero al menos… al menos… bueno, al menos ya no me miraba con deseos de asesinarme, y eso era un avance.
Desde el día en que Li se había enterado de mi avergonzante secreto de no haber dado un beso en mi vida, el tema no había salido nuevamente a colación, lo cual agradecía, no sabía si ya todo su clan de secuaces estaba enterado de mi secreto o no, pero lo cierto es que desde ese día algunas cosas habían cambiado, Li realmente comenzaba a mostrar una parte de él que…. bueno, no conocía, ya saben, una parte más retadora, socarrona, más desafiante y… ¿confianzuda es la palabra? Tomoyo no paraba de decir que había logrado entrar en el "selecto" grupo de Li y yo no podía más que negar con la cabeza y reírme con ganas. ¿Selecto grupo de Li? ¿Qué demonios era eso? Pero Tomoyo tenía razón en algo: era la única chica de la clase con la que Li hablaba, de hecho, era la única chica de la escuela que mantenía conversaciones de más de 5 minutos con él… bueno, aparte de su prima Meiling.
¿Se suponía que tenía que sentirme halagada por eso?
- Kinomoto…
Lo miré sobresaltada para encontrarme con la típica mueca burlona.
- ¿Qué has dicho?
- Que le he dicho a la maestra que he hecho el trabajo solo…
- ¡¿Qué tú qué?- estallé.
Li rodó los ojos antes de reírse levemente. ¿Sería muy estúpido decir que me quedé un poco embobada con su risa? Bueno, nunca antes lo había visto reír, se reía de mi, vale, y después de de decirme semejante cosa pero…
- ¿Alguna vez dejarás la Luna, Kinomoto?
Arrugué el ceño y lo miré ofendida, claramente me estaba gastando una broma, que yo creí ingenuamente por pillarme con la guardia baja.
- Te estaba diciendo que…
- ¡Xiao Lang!
La princesita china tenía que llegar en ese instante a avasallar a Li, tenía palco en ver cómo la chica se lanzaba a abrazar sin ningún tipo de pudor a su primo, mientras que éste último parecía apunto de explotar de enfado.
- ¡Mei…Ling!
La chica no lo soltó hasta que se le antojó, por alguna razón me sentí increíblemente incómoda. Decidí que era un buen momento para levantarme de mi asiento y marcharme de ahí, Tomoyo…
Tomoyo.
¿Era imaginación mía o realmente mi mejor amiga estaba hablando con Eriol Hiragizawa? Parpadeé un par de veces mientras los observaba a ambos, él se encontraba delante de ella, sentado de manera invertida, apoyando sus codos en el respaldo de la silla y con las piernas a cada lado de esta, mientras que Tomoyo se encontraba rígidamente sentada en su puesto frente a él, mirándolo como si él fuese todo su universo y más.
Abrí y cerré la boca un par de veces mientras me mantenía estática a medio camino de acercarme, decididamente aquel no era el momento para acercarme a hablar con ella, no podía romper el mágico y bizarro momento en que al parecer al fin él se había dado cuenta que Tomoyo existía. Resignada volví a mi puesto donde aún Meiling Li se encontraba chillándole emocionadamente a su primo, ¿en serio eran primos? A veces me parecía que ella lo miraba a él como… bueno… ya saben, con esas miradas raras que no son para nada convencionales entre… familiares.
- ¿Cómo es eso que no irás conmigo?- chilló ella mirándolo con reproche, me volteé hacia mi bolso y fingí buscar algo sólo para no parecer entrometida entre la charla de ambos primos.
- Lo que has escuchado, Meiling…
Saqué los apuntes de Geografía mientras por el rabillo visualizaba a Meiling situarse rígidamente delante de la mesa que Li y yo ocupábamos.
- ¡Se suponía que iríamos juntos! ¡Es mi primer baile en esta escuela, Xiao Lang!
- Pues has supuesto mal…
Abrí los apuntes mientras comenzaba a darles una rápida leída sólo por hacer algo; sabía de qué hablaba la prima de Li, hablaba del baile organizado por la escuela para recaudar fondos para beneficencia.
- ¿Ya tienes pareja o qué?
A veces la voz de Meiling Li podía llegar a ser muy molesta, sobre todo cuando yo trataba de tener una lectura más o menos concentrada.
- De hecho sí… voy con Kinomoto.
- ¡¿Qué?
Alcé la vista y estaba segura que mi cara de horror era casi igual o peor que la que Meiling Li tenía en su rostro. Abrí y cerré la boca como un pez fuera del agua mientras era sujeta bajo la furibunda mirada de la chica, en cualquier momento saltaría sobre mi a asesinarme.
Miré a Syaoran quien lucía una traviesa sonrisa torcida en el rostro que me hizo sentir más y más desconcertada. ¿En qué minuto Li había perdido la mitad de su cerebro y se dedicaba a hablar incoherencias?
- ¡No puedes ir con Kinomoto al baile!
Ese grito se escucho hasta la portería de la escuela, estaba segura, para entonces toda la clase se encontraba mirando en nuestra dirección y yo sólo quería desvanecerme en ese mismo instante.
Vamos, Sakura, di algo, lo que sea…
Pero mi mente se negaba a salir de ese estado de shock.
- Si que puedo, de hecho, iremos juntos…- Li continuaba hablando con perfecta calma.
Abrí los ojos y sólo por acto reflejo –y estúpido- pellizqué mi brazo asegurándome que no estaba en la mitad de una pesadilla. No lo estaba. Sentí mis mejillas arder al darme cuenta que decenas de ojos me enfocaban.
- ¡Esto no te lo perdonaré nunca, Xiao Lang!
Y la princesita china abandonó el aula de clases con el dramatismo típico de ella. ¿Existía alguien más drama queen que Meiling Li? No. La clase continuó en mutismo absoluto por unos segundos mientras yo aún me encontraba demasiado conmocionada por aquello. Mi vista aún pegada a la puerta que acababa de ser cerrada antes de voltear y encontrarme directamente con la mirada castaña de Li.
- ¡¿P… por… por qué has dicho eso? – sí, al fin llegó el punto donde pude reaccionar.
Li sonrió lo que aumentó en sumo grado mi enfado.
- ¡Yo no iré contigo a ese baile!- dije bajito, odiaba ser el centro de atención, por muy enfadada que estuviera no me apetecía colaborar con la telenovela dramática cuyo protagónico ya tenía la chica Li.
- Kinomoto, tus susurros son tan desagradables como los gritos de Meiling…
Abrí y cerré la boca incapaz de creer que existiera un ser tan jodidamente desagradable como él.
- Vamos afuera…
- No- chillé mientras me levantaba de un salto de mi asiento y abandonando la sala por la misma puerta por la que antes había salido la chica Li, claro que mi salida fue mucho menos dramática que la de ella, definitivamente las entradas y salidas con estilo con eran lo mío, sobre todo porque no había dado ni cinco pasos por el pasillo cuando me vi arrastrada por el brazo hacia un pasillo lateral, y para cuando me di cuenta tenía a una muy furiosa Meiling Li mirándome como un dragón escupe-fuego.
¿Quería matarme o qué?
- Escúchame bien, Kinomoto, ya no te lo estoy advirtiendo, te lo estoy or-de-nan-do…- enfatizó mientras me apuntaba con su dedo índice.- Aléjate de Xiao Lang.
- Pero si yo n…
- No me interesan tus excusas- replicó sin dejarme terminar, miré a mi alrededor, sin saber en qué minuto había llegado yo a estar contra la pared y con Meiling Li acechándome como un sanguinario cazador.- Xiao Lang no está a tu altura, y por lo demás su madre jamás permitiría que tuviese de novia a una chica como tú…
Ahí fue cuando mi cerebro hizo click, había algo en sus palabras que me hizo arrugar el ceño y encararla con decisión. Jamás permitiría que alguien me viese inferior, porque no lo era, mi padre siempre me decía que no había que permitir que otros nos pasaran a llevar, pues bien, Meiling Li había vaciado mi cuota de tolerancia.
- Tú no eres nadie para decirme si estoy o no a la altura- repliqué avanzando un paso hacia ella, por supuesto no retrocedió y pronto nuestros rostros estaban a un palmo de distancia, retándose.
No es como si me interesase estar a la altura de Syaoran Li, simplemente las palabras de ella removieron eso que yo llamo "amor propio", ¿por qué ella si puede y yo no? vale, se que a su lado yo me veo bastante insignificante pero eso no significa que…
- Soy su prometida,- recalcó- y tú eres nadie…
- Pues para ser su prometida creo que tiene bastante relegada.- comenté ácidamente.
La vi, vi el instante exacto en que la mano de Meiling iba directo hacia mi mejilla, no me pregunten cómo, simplemente lo supe, y fue también en el instante en que supe que tenía que abandonar ese pasillo inmediatamente, Meiling Li estaba chiflada.
- ¡Él es mío!
- ¡Es una persona, no una cosa!
- ¡Meiling! ¿Qué crees que haces?
Me volteé en el instante exacto en que Li aparecía junto a mi posesionándose… ¿protectoramente? delante de mi y encarando a su prima, debo decir que por primera vez me alegré de verlo aparecer.
- Xiao Lang…- susurró ella.
- Meiling, te he hecho una pregunta…- su voz sonaba de pronto amenazante y dura.
- Yo…
- Vas a dejar tranquila a Kinomoto.- replicó con el mismo tono de voz.
En ese instante alcancé a ver el gesto de dolor en el rostro de la chica Li, quien miraba fijamente a su… primo, prometido o lo que fuese…
- ¿Es que acaso te gusta ella?- chilló.
- ¿Y qué si me gustara, Meiling? Tú y yo no estamos comprometidos, mi madre rompió ese compromiso hace tiempo y lo sabes…
Me quedé estática. ¿O sea que verdaderamente ellos dos habían sido prometidos? ¡Pero eran primos! ¿o no? ¿Y qué había querido decir con eso de "¿y qué si me gustara?". Sentí algo en la mitad de mi vientre, removiéndose.
- La tía Ierán dijo que…
El bufido exasperado de él detuvo a Meiling en su discurso.
- Debía saber que mi madre estaba metida en todo esto, ella te envió ¿no es así?
Sabía que estaba completamente fuera de lugar en aquella conversación, entre dos verdaderamente intimidantes Li, aunque por el momento Syaoran parecía ir ganando aquel encontrón, ya que ella se veía realmente compungida.
Meiling no respondió, sólo asintió con la cabeza.
- ¿Por qué? – volvió a preguntar él.
Decidí que decididamente estaba siendo muy intrusa al mantenerme ahí, sin embargo no había dado ni un paso cuando Syaoran hizo un leve gesto hacia mi, deteniéndome, me quedé quieta al instante.
- Tu madre vendrá pronto a Tomoeda…- fue todo lo que dijo ella, pero al parecer aquello guardaba mucho significado para Li, ya que percibí como un cúmulo de emociones surcó su rostro, desapareciendo casi al instante.- Xiao Lang…
- Vete, Meiling…
Vi el gesto de dolor de la chica antes de alejarse corriendo por el pasillo dejándonos a los dos solos, no sabía que decir para quebrar el incómodo silencio que se posó una vez que los pasos de su prima dejaron de escucharse.
¿Estás bien?
Sentir su voz inesperadamente tan cerca de mi me sobresaltó, y más aún por el hecho que me preguntaba por mi bienestar, cosa que jamás había hecho, lo miré incrédula y alzo una ceja, nuevamente volví a ver al Li altanero y socarrón.
- Si…- respondí mientras entrelazaba mis dedos en un intento de mantener la calma, no podía dejar de preguntarme si Li había insinuado el sentirse atraído –porque realmente lo había hecho ¿no? ¿O yo lo había imaginado?- por mi sólo por librarse de su prima o si realmente…
No. No podía ser, es decir, ¿Li y yo? ¡No nos soportamos!
Ridículo, sí, ridículo. Lo seguramente todo eso fue para librarse de Meiling.
- Bien… te pasaré a buscar el viernes a las siete de la tarde para ir al baile.- abrí y cerré la boca como un pez fuera del agua.- y se puntual por una vez en tu vida, Kinomoto.
Lo vi marcharse en el momento exacto en que sonó el timbre de cambio de bloque, mientras los pasillos se llenaban de estudiantes y mis manos cerradas en puño junto con la rabia que me invadía en ese momento me mantenían estática al piso.
¡SYAORAN LI ERA UN MALDITO MANDON!
Jamás asistiría a ese baile con él.
Re: Tres mil millones de latidos.
a partir de aquí hay palabras un poco groseras precaución si continúan leyendo
Tres mil millones de latidos. Capitulo nº 11
Tres mil millones de latidos. Capitulo nº 11
- Spoiler:
- CAPITULO Nº 11
Syaoran POV
Me miré una segunda vez en el espejo del baño, en vano trataría de ordenar mi cabello, era ridículo tratar de domar algo que por 16 años se había mantenido a su manera, además no es como si me fuese a esmerar por un estúpido baile escolar, es más, ni siquiera sabía cómo había terminado con la decisión de ir… o la verdad sí, todo fue por Meiling y su jodida y asfixiante actitud que tiene conmigo, si ella no me hubiese salido con que tenía que ir con ella yo no hubiese tenido que inventarme que Kinomoto era ya mi pareja, ¿por qué ella y no otra?, ni si quiera yo me sabía explicar por qué el primer nombre que se me vino a la cabeza en ese momento fue el de mi compañera de banco, quizás todo se debía a esa extraña cancioncita que tarareaba esa mañana que Meiling fue a obligarme a ir con ella al jodido baile, y que sin querer no abandonaba mi cerebro… hice una mueca recordando cómo entre Eriol, Kei y Takashi se habían dedicado a burlarse de mi desde que se habían enterado que por primera vez asistiría a un baile escolar con una chica de la escuela, y no cualquier chica, si no Kinomoto, mi "amigo" Kinomoto.
Me ajusté levemente la corbata y una vez más observé mi reflejo, a lo lejos escuchaba la estridente música pop de Meiling, desde el incidente del pasillo se negaba a dirigirme la palabra lo cual por cierto era un alivio, estaba harto de su palabrería y que fuese otra más en las maquinaciones de mi madre; un fastidio… No sabía si iría o no al baile, pero tampoco me importaba.
Acaba de apagar la luz del baño cuando el sonido de mi celular me alertó de una llamada, tomé el móvil y lo abrí con una sonrisa torcida ya bailando en los labios.
- ¿Qué quieres, cabrón?
- ¿Esa es la manera de saludar a tu mentor, Syaoran?- preguntó Eriol haciéndose el ofendido, me reí.
- ¿Me llamas para saber si averigüé lo tuyo? La respuesta es no, no lo hice.
Escuché las maldiciones al otro lado de la línea y sonreí, Eriol era un jodido odioso si creía que yo iba a hacer de celestino entre él y Daidouji, sí, porque el cabrón después de todo no se pudo contener a echarle el lazo a la mejor amiga de Kinomoto, supuse que todo ese royo de querer ser un caballero con ella se fue al traste, luego de años diciendo que ella era distinta, valieron para nada, el muy jodido ya tenía su nuevo objetivo, y nadie lo iba a sacar de eso.
- ¿Sabes si va a ir con alguien?
Rodé los ojos.
- No, te he dicho que no he hablado con Kinomoto.
- ¿Estás seguro que irá contigo?- fue el turno de Eriol de reírse de mi.- Yo que tú iría preparado para que te den un plantón, Syaoran, Kinomoto es brava…
- Me gustan difíciles…- repliqué siguiéndole el juego. Las carcajadas fueron de ambos.
- Oh, sí, cabrón, te gustan los retos, lo se…- sonreí.- ¿Pretendes tener una noche movidita?
- Te lo he dicho, voy con Kinomoto sólo para librarme de Meiling.
- Ya… pero eso no quita que puedas disfrutar de su compañía…
Para Eriol todo era sexo, básicamente no podía concebir la idea de salir con una chica y al menos no robarle un beso, pero no para mi, de hecho planeaba llegar con Kinomoto a al fiesta, quizás bailar algo –si es que me apetecía, aunque ella no parecía ser de las chicas que bailasen… es más, se me hacía que era tan descoordinada como Takashi en una pista de baile, y ese si que era un troll- pero básicamente no pretendía pasar toda la noche con ella; no, me lo repetía mentalmente, el plan era aparecerme con Kinomoto para librarme de Meiling y luego… luego quizás irme con los chicos a otro lado a continuar la noche, las fiestas de instituto nunca habían sido la gran cosa.
- ¿Y qué pasó con eso de que "ella es distinta"?- pregunté desviando el tema astutamente.- ¿Pretendes ser el puto cabrón que eres con ella?
- La chica es interesante…lo descubrí esta semana conversando con ella- como siempre Eriol yéndose por las ramas cuando el asunto trataba de él.
- Como si te interesara conversar con ella.- repliqué burlón.
- Haré feliz a la chica… nada más.
Me reí.
- Ahora eres la puta hada cumplidora de deseos, ¿no?
- Vete a follar focas, Li.- dijo entre risas mi amigo.
- No gracias, la zoofilia sólo va contigo, Eriol…- miré la hora.- bien, te dejo, tengo veinte minutos para pasar por Kinomoto, te veo allá.
- Pregúntale por Tomoyo…
- No.
- Cabrón.
- Gracias.
- La llamaré ahora mismo para invitarla.- me reí, Eriol era un maldito descarado.
- Vale, si tú lo dices.
Corté la llamada y revisé mis bolsillos esperando no olvidar nada. Me puse la chaqueta del terno y salí de casa rápidamente, Wei se había ofrecido a llevarme en el auto pero me negué, si bien no me apetecía pasearme por Tomoeda vistiendo un traje, tampoco quería llegar a la fiesta como el jodido niñato rico, prefería caminar o el transporte público.
A los quince minutos me encontraba frente a la casa de Kinomoto, me ajusté el traje antes de tocar el timbre, agradecí internamente que fuese su padre y no el idiota de su hermano quien apareciera en la puerta.
- Buenas tardes, señor.- saludé haciendo una leve reverencia.
- Buenas tardes, Syaoran.- saludó abriéndome paso a su casa, parecía sorprendido de verme ahí, ¿debo mencionar que era el único de los Kinomoto que me llamaba por mi nombre? - ¿Vas a ir con Sakura al baile?
- Así es señor…- respondí mientras pasaba a la acogedora sala de la casa.
- Esta arriba arreglándose.- me observó.- No me comentó que iría contigo…
No parecía un comentario mal intencionado, de hecho noté un leve tono de agrado en su voz que no pudo dejar de hacerme sentir bien al respecto, Eriol siempre decía que yo era un cabrón con suerte, los padres de mis amigos siempre parecían mirarme con alabanza, ¿la razón? ni yo la sabía.
- Voy a llamarla, toma asiento.- dijo cortésmente, le hice caso, sólo porque de pronto me asaltó la duda del hecho que Kinomoto hiciera una escena delante de su padre. ¿Y si me rechazaba delante de él?
En ese instante mi celular dio el aviso de un mensaje, distrayéndome de mis pensamientos, sólo dos palabras escritas en la pantalla del mensaje enviado por Eriol: "pan comido", me reí levemente antes de cerrar el móvil y mirar hacia la bajada de las escaleras. Me removí algo incómodo en mi asiento, no había pensado en la posibilidad de que se valiera de la presencia de su familia para rechazarme, miré mi reloj de muñeca, eran exactamente las siete y diez de la tarde, comencé a pensar con rapidez cómo actuaría si ella decidía querer plantarme con su padre al frente, querer… esa era la palabra clave, porque Kinomoto decididamente no me diría que no. Sentí unos pasos y me levanté del sillón en un segundo, y miré en dirección a la entrada del living, donde en apenas dos segundos apareció el padre y…
Kinomoto.
Vale, lo reconozco, cualquier cosa que haya estado pensando para convencerla de no hablar nada delante de su padre se fue al carajo, porque el impacto de verla luciendo así, frente a mi me dejó por segundos con la mente en blanco.
Punto uno: Esa no podía ser Sakura Kinomoto.
Punto dos: ¿Desde cuando ella… lucía…
Punto tres: …
Para cuando recuperé la cordura me percaté que ninguno de los dos había dicho nada no se por cuantos segundos. Tragué saliva en grueso, pero me alivié al darme cuenta que estábamos solos en la sala, sin espectadores de por medio sería mucho más fácil salir de ahí con ella.
- Kinomoto.
- Li…
Parecía algo perdida en un principio, pero luego su ceño fruncido fue clara señal que no se rendiría sin una previa lucha antes, sin embargo mis ideas estaban dispersas como para una discusión efectiva, sobre todo considerando que mis ojos no se resistían a mirar su escote, que si bien no era para nada revelador –en comparación a otros escotes que había tenido la suerte de ver (y tocar)- denotaban algo que Eriol no paraba de repetir: Kinomoto tenía unos pechos dignos de…
- ¿Qué haces aquí?
- Vine por ti para ir al baile, ¿no es obvio?- pregunté acercándome levemente, un aroma a flores llegó a mis fosas nasales y me sorprendí ante aquello.
- Creo haberte dicho que no iría contigo…
- No creo haberte preguntado si querías o no.- no pude evitar el comentario, además su reticencia comenzaba a cabrearme, ¿qué tan cabezotas podía llegar a ser?
Cruzó sus brazos sobre el pecho en gesto de enfado, craso error, ahora mis ojos no podían evitar mirar su delantera. ¿En qué minuto Kinomoto se había transformado en una mujer atractiva? ¿En qué minuto había pasado a no poder dejar de mirarla, olerla y… desearla al punto de querer verla sin ese vestido?
Syaoran estas volviéndote loco.
Supuse que la falta de sexo en las últimas semanas estaba llevando mi cerebro a un colapso, era la única explicación que encontraba.
El cazador caza en el bosque, no en casa. Me recordé.
Me pasé la mano por el cabello y suspiré.
- Kinomoto no tienes con nadie más con que ir.
- Eso no lo sabes…- replicó, odiosa.
- Si lo se, porque todos piensan ya que iremos juntos y nadie se atrevería a invitarte si saben que yo ya lo hice…
Quizás si había algo que le agradecía al gusto de mi prima por hacer un show tremendo para todo, con sus gritos toda la escuela prácticamente sabía que yo, Syaoran Li, por primera vez invitaba a una chica de la misma preparatoria a un baile del instituto.
La vi hacer un mohín y supe que la victoria era mía, sin embargo pasaron los segundos y seguía en su actitud aniñada por lo que me harté, en dos pasos ya me encontraba frente a ella, la tomé de la mano y me acerqué a su rostro, sabía la intimidaría, el sonrojo inmediato me lo demostró.
- Estas vestida y lista para ir, irás de todos modos, es mejor llegar con alguien que aparecerte sola, ¿no, Kinomoto? Por lo que se, todas tus amigas irán con pareja… ¿No te parece un poco… triste que seas la única sin compañero de todas ellas?
Touché.
Vi ese brillo de inseguridad y orgullo herido ante mis palabras, me recriminé un poco internamente al estar jugando tan sucio, generalmente nunca usaría mis trucos mentales con chicas ingenuas como Kinomoto, esas las reservaba para tipas como Meiling o mis hermanas, pero… a situaciones desesperadas, medidas desesperadas…
Eso sin contar el hecho que no me desagradaba para nada la idea de aparecerme en ese salón acompañado de ella.
No si estaba usando ese vestido negro y ese extraño perfume que amenazaba con volverme un poco loco…
- Tomoyo, ella irá so…
- Ella va con Eriol, me lo dijo él antes de venir acá.
Pareció tan sorprendida como afligida por la noticia; diez segundos y su última barrera de renuencia fue destruida… Veinte minutos después estábamos entrando al gimnasio de nuestra escuela, aún habían unas cuantas parejas esperando entrar cuando la voz de Takashi me hizo voltear.
- Y sabías que el origen de las fiestas de etiqueta tiene su punto de partida con las celebraciones que hacían los griegos en los templos de Dionisios para la celebridad de...
- ¡Sakura!- miré a la acompañante de Takashi, Chiharu Mihara, quien abrazó a Kinomoto dejando a mi amigo en la mitad de uno de sus típicos relatos.
Pronto las dos amigas se enfrascaron en una conversación donde por cierto escuché mi nombre varias veces, miré a Takashi que parecía estar perdido en sus pensamientos –o pensando que nueva cosa inventar-, le di un golpe rápido en la nuca para atraer su atención, me miró con la sonrisita burlona que no había quitado en toda la puta semana, mientras se aliaba con Eriol y Kei para fastidiarme.
- Si no lo veo, no lo creo…-comentó.
- Curioso que seas tú quien hable de cosas de credibilidad…
Takashi rió y negó con la cabeza.
- Hemos apostado con Eriol, él dice que no pasas de una semana sin que te lances sobre ella…
Hice una mueca, Eriol tenía la jodida afición por hacer apuestas por todos, normalmente yo era de los que seguía las apuestas, pero jodía cuando el maldito apostaba con cosas en relación a nosotros.
- ¿Y qué has dicho tú? – pregunté mientras observaba a mi acompañante aún concentrada en su conversación, admiré su espalda, el vestido la dejaba al descubierto hasta la mitad, develando un fino cuello, su cabello usualmente desordenado ese día se encontraba tomado con distintas trabas, dejando algunos mechones libres, me encontré pensando qué tan suaves serían… Agradecí que el frío invernal de esa noche no fuese especialmente duro, y que Sakura se hubiese despojado de su abrigo apenas llegamos a la escuela… esperen un minuto… ¿Sakura?
- Te he dado menos crédito…
Aparté mi vista y pensamientos para enfocarla en él, sin entender sus palabras, encontrándome con su usual sonrisa que hacía a sus ojos prácticamente ver como una línea.
- Que te lanzarías sobre ella hoy día.- añadió mientras volteaba a ver a las chicas.- Y por cómo luce hoy Sakura Kinomoto no me arrepiento de lo apostado, con lo guapa que luce, ni siquiera tú podrías reprimir tu instinto animal…
Me hubiese reído, de verdad, hubiese lanzado una carcajada si en ese momento mi cerebro no hubiese corroborado una a una las palabras de Takashi, lo cual me creó un humor de perros. No podía estar encontrando atractiva a Kinomoto… a la aniñada, torpe, masculina y odiosa de Sakura Kinomoto.
A la atlética, testaruda, competitiva, esforzada y tiernamente ingenua de Sakura Kinomoto.
Aún cuando en ese instante luciera de todo menos masculina… ni aniñada… y la constatación de saber que no era el único que lo notaba hizo que mi estómago se removiera incómodamente, naciendo ese sentimiento que ya había experimentado antes: posesión. Sakura Kinomoto era mi pareja de baile, y no iba a permitir que cualquier baboso anduviese merodeando tras ella; no era que me interesase ella en particular, simplemente siempre había sido así, y mientras caminaba hacia mi acompañante –sin pensar el por qué lo hacía con tanta premura- tenía claro que si en un principio había pensado abandonarla en la mitad del baile ya no lo haría, pasaría toda la jodida noche con ella a mi lado.
- Kinomoto.- la llamé situándome a su costado.- tenemos que entrar ya.
Sus ojos verdes me miraron con cierto reproche pero asintió comenzando a caminar junto a mi, la observé de reojo y percibí que jugaba con sus manos de manera nerviosa, sonreí de costado, después de todo seguía siendo la misma chica que comúnmente me sacaba de quicio en clases. Llegamos a la entrada y sólo por disfrutar un poco incomodándola, la tomé del brazo, alzó el rostro y me miró confundida, ignoré su mirada y luego de pagar –la obligue a aceptar que pagaría yo- entramos.
- Esta muy bonito, ¿no crees, Li?
- Ahá…
Vale, el gimnasio estaba decorado como nunca, una iluminación fantástica, arreglos en las paredes con inmensas telas blancas, y unos extraños –pero interesantes- adornos que parecían surrealistas esculturas de nieve. Alcé la cabeza buscando a Eriol, pero supuse que aún no llegaba, me preguntaba si quizás el muy cabrón había iniciado su acción con Daidouji antes de venir al baile.
Nos situamos a un costado de la pista de baile, donde ya había varias parejas bailando. Un extraño silencio se posó entre ambos, me percaté que esa noche Kinomoto andaba demasiado callada, comenzaba a extrañar nuestras típicas discusiones.
- ¿Te comieron la lengua los ratones o qué? –pregunté para picarla un poco, sabía que no soportaría devolverme el comentario.
- Que haya venido contigo no quiere decir que vaya a hablarte, Li.- me miró arrugando el ceño, lo que ella no sabía es que ese gesto era lo menos intimidante que podía hacer.
- Tienes razón, en un baile no se habla, se baila.
Y sin añadir más la tomé de la mano y nos conduje a la pista de baile colándonos entre las parejas, sentía su pequeña mano tratando de forcejear pero no la dejé ir, en cierta forma me entretenían sus actitudes tan de niña. No me detuve hasta que estuvimos en la mitad de la pista de baile, justo debajo de una de las tres bolas de espejos que colgaban del techo del gimnasio.
- ¿Bailas?- le pregunté burlón aún sosteniendo su mano.
- No.
- ¿Qué no sabes bailar? Me lo temía, una chica como tú jamás podría tener coordinación…
Audacia. Eso fue lo que vi en los ojos de Kinomoto, me percaté que ese era uno de sus puntos débiles más exquisitos de retar; no toleraba que la subestimaran, me lo había demostrado en la carrera que corrió contra Meiling, en el encuentro en el pasillo, y en el hecho que jamás me dejase quedar con la última palabra en nuestras discusiones.
Dos segundos y tenía a Kinomoto bailando frente a mi, aún sin soltar mi mano, mirándome fijamente con una determinación que me sorprendió; sin embargo lo que más sorprendió aún fue constatar que en ese inocente baile por parte de ella (porque estaba siendo de todo, menos sensual), mis hormonas comenzaban a ponerse inquietas, sobre todo cuando las luces del lugar bañaban sus finos hombros haciendo dibujos que instaban a mis manos a pasar mis dedos por ellos.
Tragué saliva en grueso.
Mientras comenzaba a moverme al ritmo de la música junto a ella, y mientras mi mirada y la suya continuaban conectadas comencé a pensar que había sido una idea realmente estúpida haber venido con Kinomoto al baile.
Sobre todo si lo único que pasaba por mi cabeza en esos momentos era en estamparla contra una pared y probar sus inmaculados y perfectos labios…
¿Dije perfectos?
Joder. Estaba bien jodido.
Maldito Takashi, lo que fuese que haya apostado con Eriol iba a tener que convencerlo de darme una parte… porque estaba a un puto paso de hacerlo ganar.
Re: Tres mil millones de latidos.
Tres mil millones de latidos. Capitulo nº 12
- Spoiler:
- CAPITULO Nº 12
Sakura POV
No sabía bien qué estaba haciendo, la verdad es que no sabía cómo es que me encontraba en la mitad de la pista de baile, tomando la mano del chico más odioso que tuviese la desgracia de conocer y además bailando con él y esforzándome en ello, como si me agradara la idea que él supiera que yo no era una chica patosa como él quería creer, ¿y por qué demonios me tenía que importar lo que Li pensara de mi?, en ese momento no había respuesta a aquella pregunta, y ya no quería encontrarla, no cuando él me miraba de una manera especialmente intensa.
Trataba de parecer una persona normal, pero lo cierto es que todo mi interior se estremecía ante la fija mirada de Li, no quitaba sus ojos de los míos y yo tampoco hacía ni un poquito por moverlos… pero no crean que había algo "más" de por medio, de hecho su mirada era extraña, para variar no tenía ni la más mínima idea qué es lo que cruzaba por la mente de Li mientras estábamos ahí, bailando, sin desconectar el enlace de nuestras manos, que por cierto comenzaba a ponerme extremadamente nerviosa, sobre todo porque… no podía negar lo evidente, por muy odioso y patán que fuera –y por mucho que me encontrara en ese baile obligada por él- no quitaba el hecho que se viera totalmente… bueno, ya saben…. guapo, sí, guapo… y me odiaba por llegar a esa conclusión. ¿Por qué tenía que pensar en ello cuando sabía que por dentro era un ser bastante desagradable y mentecato?
De partida yo no quería ir al baile con él, yo no…
Detuve cualquier pensamiento cuando sentí de pronto un firme brazo rodear poco a poco mi cintura, y para cuando me di cuenta era el brazo de Li el que me ceñía de una manera en que nuestros cuerpos inevitablemente se acercaron, alcé la vista y lo miré algo desconcertada, lo cierto es que yo no solía bailar así con los chicos, es más, yo no solía bailar con chicos, generalmente cuando Tomoyo me obligaba a asistir a fiestas o bailes terminaba bailando con ella o con amigas pero…
Algo se removió en mi interior al sentir la mano de Li en mi espalda, alcé el rostro más él miraba hacia otra dirección, por sobre mi cabeza, observé sus rasgos masculinos, aún no completamente los de un hombre… pero en vías de, su mentón recto, pestañas grandes –incluso para ser un chico- sus labios formando ese rictus tan característico en él.
- ¿Has admirado ya suficiente?- comentó aún mirando hacia ese mismo punto a mis espaldas, inmediatamente sentí el calor subir a mis mejillas y bajé el rostro avergonzada, ¿podía haber algo peor que se diese cuenta que lo estaba mirando?
- No estaba admirando nada.- repliqué sintiendo mis mejillas abrasadoramente calientes.
- ¿A no?- su tono era burlón y me exasperó más; lo curioso de todo es que seguíamos moviéndonos al ritmo de la música, como si todo fuese perfectamente normal.
- En realidad me preguntaba cómo es que cargas esa enorme burbuja de ego sin que nos asfixiemos todos los que estamos aquí.- repliqué alzando el rostro tratando de ser y sonar altiva.
El problema es que no preví con que Li bajase su rostro justo en ese instante y me mirase con esa fijeza que hacía que mi estómago tuviese la sensación de dar una voltereta completa dentro de mí. Su mirada… y en pocos segundos su gesto pasando de burlón a serio, y de serio a …. ¿enfadado?
Por todos los dioses, ¿por qué Li volvía a mirarme como si quisiese ver mi cabeza rodando por la pista de baile? Me removí un poco incómoda sin embargo sentí como su agarre en torno a su cintura se intensificaba levemente, como no queriendo dejarme ir. ¿Y ahora qué demonios le pasaba? ¿Qué pensaba ahorcarme en medio de la pista de baile con la mitad del estudiantado presente? Bueno, con lo que llevábamos de compañeros de asiento, había aprendido que nunca podía subestimar a Li, y lo concreto es que me era imposible saber a ciencia cierta qué es lo que cruzaba por su cabeza a cada momento, era completa y totalmente impredecible para mi.
Que mal rollo, ¿no?
Sobre todo considerando lo bien que él parecía leer mi mente…
Y como si fuese algún mal designio del destino la música tenía que pasar del pegajoso pop que bailábamos a una canción romántica, ¿en serio en los bailes de instituto seguían poniendo temas románticos? ¿Qué eso no pasaba solamente en las películas de adolescentes americanos?
Detuve mi baile y casi al instante Li se detuvo, aún cuando no se separó ni un poquito de mi, debo decir que su invasión a mi espacio proxémico era total y no estaba segura de qué tan malo era eso, considerando que el sutil aroma a perfume varonil había logrado encandilarme un poco… ya… después de todo soy una chica ¿saben? No es como si no pudiese dejar de notar que por muy pesote que fuera habían pequeñitas cosas –muy pequeñitas- que eran… algo… ya saben… bueno… eso.
Piensa en Yukito, piensa en Yukito.
Lo miré y decidí que era hora de buscar a Tomoyo, cuando comenzaba a alejarme un paso le vi arrugar el ceño –sí, más aún de lo que lo tenía- logrando por supuesto que me congelara en mi sitio.
Dios, aquí viene la parte en que saca su katana y corta mi cabeza.
- ¿A dónde vas?
- A buscar a Tomoyo.
Pareció realmente más molesto que antes.
- Aún no llegan, no he visto a Eriol por aquí.
La canción romántica continuaba sonando y las parejas se mecían lentamente a nuestro alrededor, estaba segura que éramos los únicos en esa pista de baile que no estaban como babosas unos encima de otros, aunque no lo podía constatar completamente porque nuevamente me vi atrapada en la fija mirada de Li. Hizo una mueca y su próximo movimiento me dejó estática, sin saber qué hacer.
Syaoran Li estaba estirando su mano en mi dirección como una invitación formal a bailar con él, y no cualquier canción, una canción romántica, y no cualquier canción romántica, si no que "I'll be" de Edwin McCain. Tragué saliva en grueso y traté de vislumbrar si había algún atisbo de broma o burla en su gesto, pero la seriedad de su pose me dio a entender que iba en serio.
Sería mentira decir que no sentí algo extraño al momento en que –sin saber cómo- tomé su mano. Nos acercamos, o más bien él acercó mi cuerpo al suyo; me sentía como una hoja a la deriva del viento, temblorosa y nerviosa en sus brazos. Una mano en su cintura, la mía en su hombro, y las otras dos tomadas –de manera algo torpe debo decir- en un gesto algo cómplice, como si fuese normal que estuviésemos en esa actitud ambos, como si no nos peleáramos todo el tiempo, como si no hubiese deseado muchas veces antes que Li se perdiera en una isla desierta en medio del mar.
¿En qué minuto había ido a aterrizar a una dimensión paralela?
No me atrevía a decir nada, porque no estaba preparada para romper esa extraña burbuja que se había creado, sólo estaba segura que por primera vez tenía una actitud tan… cercana con un chico, y que ese chico fuese nada más y nada menos que él… me desconcertaba.
Sentía su respiración cercana a mi oído derecho, no había habido contacto entre nuestras miradas desde que comenzáramos a bailar esa lenta balada, y lo agradecía, con todo lo que ahí ya ocurría no creía soportar otra de las miradas de Syaoran Li en el pack.
- Kinomoto… relájate, no pienso comerte…- susurró cerca de mi oído.
Me estremecí, no pude evitarlo y se que lo notó porque una tenue risita llegó a mis oídos también. Quise abrir la boca y decirle algo, pero mi cerebro parecía extrañamente desconectado y disperso.
- Al menos no en este minuto…- añadió también en un extraño tono de voz que no supe cómo interpretar.
Me separé un poco para dejar de mirar el hombro de Li y poder encararlo, pero entonces me encontré con el par de orbes castañas fijas en mi rostro, demasiado cercanas… inesperadamente cercanas. Traté de leer su mirada, pero me era imposible, sentía que muchos sentimientos cruzaban aquel instante. Suspiré y me paralicé un poco cuando vi los ojos de Li desviarse hacia mi boca. Mi corazón en una milésima de segundo comenzó a agitarse de manera frenética. No podía entender qué es lo que estaba pasando en ese momento exacto, porque… Li no iba a besarme ¿o si? ¿él no podía estar comportándose así porque quisiese besarme, cierto?
Él te odia, Sakura, antes besaría un perro.
- Li…- le llamé, sus ojos desviaron de mi… boca a mis ojos nuevamente.
- ¿Uhm?
- ¡Sakurita! ¡Pero que mona que has quedado!
Todo fue muy rápido, en un segundo estaba con Li, apunto de… quien sabe qué, y al siguiente me encontraba en un estrecho abrazo por parte de Tomoyo, quien luego de soltarme comenzó a grabarme de todos los ángulos posibles.
- Estas tan mona, pero si mírate- chillaba emocionada mientras dirigía el lente de la cámara de video cerca de mi rostro.
Me sonrojé completamente, avergonzada, Tomoyo tenía la increíble capacidad de hacerme sentir así en menos de dos segundos.
- Tú también estas muy linda esta noche, Tomoyo…- alabé de vuelta.
Pero entonces fue cuando mi cerebro hizo click, recordando el pequeño gran detalle que mi mejor amiga había olvidado contarme; miré a mi alrededor buscando a Li, pero entonces me di cuenta que no estaba por ningún lado.
- ¿Y Li?- pregunté para mi misma más que nada.
- Seguro que fue por bebidas.- respondió Tomoyo filmando a su alrededor y volviendo a enfocar luego en mi.
- Ah…- algo se retorció en la mitad de mi abdomen, quise suponer que era por la fatiga.
- Tomoyo, apaga eso, tenemos que hablar.- dije cruzándome de brazos y mirándola curiosamente. Apagó la cámara y tiró de mi mano para que fuésemos a un lugar más apartado.
Caminamos entre las parejas hasta llegar a un extremo del gimnasio, justo por el pasillo que daba a los camarines que se encontraban en el subterráneo, donde también se encontraban algunos baños. Nos detuvimos y apenas verla bien lo supe.
- Es cierto que has venido con Hiragizawa.- exclamé abriendo la boca en gesto de shock.
- ¡Si!- Tomoyo exhibió una enorme sonrisa antes de abalanzarse sobre mi a abrazarme emocionada, a tal punto que por poco caemos ambas al piso si no fuese porque logré apoyarme en la pared.- Me llamó un par de horas antes del baile para invitarme.
¿Un par de horas antes? No es que yo fuese una experta en eso de las citas, -de hecho sabía muy poco- pero… ¿eso no había sido… un poco a última hora?
- Que bien…- traté de alegrarme y no arruinar la felicidad de mi mejor amiga.
- Es tan atento conmigo, ¡hasta llegó con una rosa roja de regalo cuando fue a buscarme!
Abrí la boca de la impresión.
¿Era idea mía o era la única ahí que pensaba lo extraño de la situación que luego de años de estar ignorando a Tomoyo, Hiragizawa se comportara como un perfecto príncipe azul?
Miré a Tomoyo tratando de ocultar todas las interrogantes que asaltaban mi cabeza, pero entonces la vi sonreír torcidamente y negar con la cabeza, en ese gesto de "se lo que estás pensando, Sakura", y me regañé mentalmente por ser tan mala en eso de ocultar pensamientos al resto, Li solía burlarse de mi por eso todo el tiempo…
¿Y qué demonios hacía pensando en Li?
- Él trama algo, Sakura, lo sé…
El brusco cambio en el ánimo de Tomoyo me dejó desconcertada y sin saber qué añadir. Mi mejor amiga bajó un poco el rostro mientras acomodaba su cabello hacia un costado.
- Se que es muy raro que de un momento a otro pareciera querer hablarme y todo, pero… me estoy permitiendo vivir la fantasía unos momentos…
- Tomoyo…
- No… está bien, Sakurita,- y entonces la vi darme otra de esas sonrisas que sólo ella sabía dar, y que demostraba la increíble madurez que tenía quien era mi mejor amiga, ese gesto que implicaba sabiduría que por cierto yo no tenía.
- Pero entonces…
- Hoy día mismo prometo comenzar a olvidarme de mi amor por Eriol Hiragizawa.
Abrí los ojos como platos. ¿Qué se suponía que era eso? ¡Tomoyo suspiraba por él desde hacía años! Además, no es como uno pudiese controlar los sentimientos por otro, ¿no?
Arrugué el ceño sin entender y Tomoyo volvió a sonreír, sabiéndome perdida en sus palabras; tomó gentilmente mi brazo y comenzamos a caminar hacia la salida del pasillo.
- Tomará tiempo, lo se… pero hoy será la primera y única salida que tendré con él, le diré que no me interesa.
Y en ese instante admiré el temple de la chica que caminaba a mi lado, la admiré por toda aquel poder de decisión que siempre parecía poseer y demostrar; éramos mejores amigas prácticamente desde que tenía memoria, a pesar de ser tan distintas encajábamos a la perfección, quizás porque hacíamos la balanza cuadrar al momento de estar juntas; Tomoyo siempre fue más madura y más asertiva que yo, y al contrario de sentirme menos que ella agradecía enormemente tener una persona así a mi lado.
- Me apena lo tuyo con Hiragizawa…- comenté luego de unos segundos.
- No lo hagas, no vale la pena…
- Pero, Tomoyo, quizás él realmente está interesado en ti.- me atreví a comentar, después de todo, no había por qué pensar que Hiragizawa pudiese ser tan pa…
- Es intuición femenina, nunca fallo.- me guiñó el ojo, sabía que trataba de restarle importancia al asunto. Me sentí inútil sin poder serle de más ayuda.- Por otro lado… lo tuyo con Li ha pasado rápidamente del odio al amor, ¿no?- preguntó cambiando el tono de voz por uno mucho más sugestivo.
Enrojecí.
- ¿Qué… qué?
Tomoyo detuvo su caminar, haciendo que quedásemos a unos pasos aún de la salida del pasillo.
- He visto lo que ocurría entre ustedes antes que yo apareciera…- alzó su cámara- los estaba grabando…
Cuando creía que Tomoyo no podía avergonzarme más, se superaba así misma.
- ¡Tomoyo! – el calor en mis mejillas era sofocante.
Sus risas hicieron que me encogiera aún más de la vergüenza.
- ¡Que no ha pasado nada!
- Pero pasará…
- ¡Es un odioso!
- Pero uno muy guapo ¿a que sí? – blandió su cámara de video mientras comenzaba a caminar alejándose.- voy a grabar algunas cosas de la fiesta, ve a buscar a tu acompañante, Sakurita…- dijo en un rintintín insinuador que sólo hizo que mis mejillas continuaran en el mismo color: rojo intenso.
Tomoyo desapareció y yo me quedé unos segundos mirando la nada, pensando en las palabras de mi mejor amiga, realmente me apenaba su situación con Hiragizawa, pero –incluso con mi pésima intuición femenina- debía reconocer que mis pensamientos no distaban mucho de los de Tomoyo en cuanto a su extraña actitud… por otro lado… ¿Qué demonios ocurría con Li? Tomoyo estaba realmente fallando si creía que entre ese odioso niño y yo podía haber algo más que palabrotas, él era insufrible, patán e insoportable, es más, él era…
- ¿Te crees la gran cosa, no Kinomoto?
Miré a mi alrededor saliendo de mis pensamientos para encontrarme con que aún no salía del pasillo y tres chicas me rodeaban, tres chicas de último año y que si no fuese lo suficientemente despistada recordaría sus nombres.
- ¿Disculpen? –pregunté aún sin comprender.
- Te hemos visto bailar con Li…
- ¿Eh?
¿Esto era por Li? ¿Era acaso una broma?
- Más te vale mantenerte alejada de Syaoran Li, Kinomoto…
¿Ellas sabían mi nombre? Para cuando me fijé bien estaba pegada a la pared y rodeada por tres chicas que eran más altas y definitivamente más intimidantes que yo.
- Yo…
- No te estamos pidiendo, te estamos advirtiendo.- señaló otra de ellas, quien por cierto era la más corpulenta de las tres y me pasaba por al menos unos diez centímetros de estatura.
Miré los tres rostros que me miraban ceñudos, ¿qué se suponía que tenía que decir yo? claramente en otra circunstancia hubiese reaccionado mejor, pero ciertamente me habían pillado con la guardia baja, eso sin contar además que ellas eran tres, y mucho más corpulentas e intimidantes que yo.
- No estás a su altura, Kinomoto, Syaoran Li es mucho para alguien como tú.
- ¡Sakura!
¿Esa era la voz de Li? ¿Me estaba llamando por mi nombre?
Todo fue demasiado rápido, en un momento estaba rodeada por tres gorilonas y al siguiente era la mano de Syaoran Li la que tomaba firmemente la mía mientras su rostro reflejaba un aspecto indescifrable; inmediatamente las tres chicas dejaron sus poses intimidantes hacia mi, mientras él las miraba de la misma forma que a mi me hacía querer comprar un pasaje con destino a África y sin retorno para estar lejos de Li y su furiosa mirada, agradecí en esos momentos no ser la destinataria de esa mirada.
- Vamos.- dijo él tomándome de la cintura sin ningún reparo mientras no dejaba de mirar a las tres chicas, yo quise encogerme en ese mismo instante, no entendía para nada la actitud de Li, ¿acaso él había escuchado lo que me estaban diciendo ellas y quería salvarme? ¿y por qué? ¿qué no se suponía que alguien como él disfrutaría ver mi cabeza rodando por ahí?
Salimos del pasillo con rapidez mientras Li seguía llevándome por la cintura, sin detenerse ni un solo instante hasta volver a un costado de la pista de baile.
- ¡¿Dónde demonios te habías ido? – estalló de pronto.
Arrugué el ceño. ¿Qué no era obvio donde estaba? ¡Él mismo había ido a buscarme!
- ¿Qué hacías ahí con ellas?- arremetió enseguida.
- No es como si yo las hubiese llamado, ¿sabes?
- ¿Siempre tienes que ir buscando problemas?
- Sólo cuando estás ahí para salvarme.- ironicé ante la estupidamente ridícula pregunta por parte de él.
- ¿Te gusta que te salve?- preguntó en un tono completamente distinto al anterior, ya no sonaba enfadado, si no más bien… ¿jocoso?
Me crucé de brazos y lo miré enfadada.
- ¡Eres tan insoportable!
- Y tú por completo alterante- replicó acercándose más para hacerse oír entre el estruendo de la música.
- ¿A si? Pues fíjate que tú me quisiste como compañera de baile.- arremetí alzando el rostro a manera altiva.
- No te creas que fuiste mi primera opción.
- ¡Que alivio! Odiaría ser de tus preferencias en gustos, sería prácticamente una ofensa.
Desafío. En serio, eso fue lo que cruzó la mirada castaña de él, y por segundos me sentí intimidada ante su escrutinio.
- Hablas de lo que no sabes, Kinomoto.
- Sólo se que eres un idiota gruñón, egocéntrico, mandón, mentecato, pat…
- ¿Quieres callarte? – espetó con sus ojos castaños a poca distancia de mi rostro, tratando intimidarme, lo cual por cierto no funcionó, siempre que estaba con él lograba exasperarme a niveles en que perdía un poco mi propia cordura.
- ¡Tú no me haces callar!- grité.
- ¿Ah no? – preguntó mirando alrededor primero antes de observarme fijamente.
Y entonces…
Entonces Syaoran Li me besó.
Re: Tres mil millones de latidos.
esta muy bueno
lady moon estoy seguro que tus fanfics quedarian muy buenos
lady moon estoy seguro que tus fanfics quedarian muy buenos
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